La lucha contra el cáncer es incansable y se plantea en muchos frentes diferentes, desde la prevención hasta la búsqueda de una cura general. En el camino, se realizan avances en los tratamientos, en los diagnósticos y en las razones y mecanismos por los que se manifiesta esta enfermedad en todas sus posibles variantes.
Recientemente se ha conocido una nueva técnica para combatir el cáncer metastático, es decir, en su fase más virulenta, que podría ser la gran esperanza para desarrollar una inmunoterapia eficaz contra los tipos de cáncer más letales.
La inmunoterapia es un tipo de tratamiento para el cáncer que estimula el sistema inmunológico para combatir los tumores. Por ello, utiliza sustancias propias, o diseñadas en laboratorio para potenciar nuestro sistema inmunitario. Su mayor ventaja es que quien responde al tratamiento obtiene resultados muy duraderos. Su desventaja, que no todo el mundo responde.
Steven Rosenberg es cirujano del Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. y es el impulsor de esta terapia que, de momento, está en fase experimental. Eso sí, ya cuenta con algún caso de éxito bastante sorprendente. Sin entrar en demasiados detalles médicos, la terapia consiste en un autotransplante de linfocitos del propio paciente.
Destaca el caso de una mujer de 49 años con cáncer de mama avanzado y metástasis que ha visto cómo todos sus tumores desaparecían tras la terapia. Con todo el optimismo que nos puede trasladar la noticia, todavía queda mucho camino por recorrer, puesto que el propio Rosenberg apunta que tan solo un 15% de los pacientes responden de manera positiva al tratamiento.
Esos casos en los que el tratamiento fue positivo pertenecen a casos con tumores epiteliales con metástasis. Es decir, existe una cierta esperanza de poder tratar casos de cáncer de hígado, colon, cuello de útero o mama, entre otros.
Ya existen fármacos que se basan en anticuerpos que, al unirse a los linfocitos, permiten que estos se unan a las células tumorales y destruirlas. La nueva terapia se denomina TIL (son sus siglas en inglés y se podría traducir como «linfocitos que infiltran el tumor») y se basa en aislar linfocitos T que hayan estado en el tumor y que sean capaces de identificar unas proteínas que se sintetizan en él.
Una vez aislados, se trata de reproducirlos en el laboratorio para ser inyectados en el paciente. En el caso mencionado de la mujer de 49 años, a partir de 11 linfocitos aislados obtuvieron 80.000 millones de «clones» que terminaron, en el plazo de un año, con los tumores.
El gran problema de esta terapia es que el tratamiento es individual. Es decir, para cada paciente habría que realizar todo el proceso: aislar los linfocitos adecuados, reproducirlos y administrar los fármacos específicos. Esto significa que el tratamiento será prohibitivo, probablemente rozando el medio millón de euros. Por otro lado, si realmente se trata de una terapia efectiva existe una esperanza: que se encuentren maneras de hacer los tratamientos asequibles y, por tanto, posibles.
Vía (en inglés) | Forbes