Inmersos como estamos en un periodo de transición energética que nos llevará a dejar de utilizar fuentes de energía basadas en combustibles fósiles, cabe preguntarse en qué entornos hay que seguir trabajando para reducir la demanda de energía o que el uso de esta sea más eficiente.
Uno de ellos es la vivienda, cuyo sector está trabajando en conseguir construcciones cada vez más inteligentes y enfocadas a ser sostenibles tanto energéticamente como en su relación con el medio ambiente.
Viviendas antiguas
Sin embargo, hay que tener en cuenta que una gran parte de los edificios construidos tienen más de 30 y 40 años de antigüedad, de modo que hay mucho terreno en el que trabajar para conseguir esa mayor eficiencia energética.
¿Cómo? Según la Fundación La Casa que Ahorra “más del 50% del parque de viviendas construidas en España datan de 1980 o antes y la rehabilitación energética de los edificios presenta un potencial de hasta un 80% en la reducción de la demanda de energía”.
Cabe señalar que la Unión Europea ha marcado objetivos tales como la descarbonización del parque de edificios o el empleo de técnicas que logren una demanda de energía mínima. Esto provocará que muchos inmuebles deban acometer rehabilitaciones que no solo aportarán beneficios al medio ambiente, sino que mejorarán la calidad de vida de las personas y, a la larga, también su economía.
Del mismo modo se pronuncian desde la compañía de construcción y diseño Sto, que ha llevado a cabo un estudio que asegura que no solo se conseguiría reducir el consumo energético siguiendo unos estándares correctos de eficiencia, sino que además disminuiría un 40% la demanda de agua, y casi un 8% los gastos derivados tanto del funcionamiento como del mantenimiento.
Por otro lado, la citada Fundación La Casa que Ahorra añade que habrá una disminución del gasto sanitario. “La rehabilitación también reduce los costes en salud del país al evitar enfermedades, bajas laborales, ingresos hospitalarios y muertes prematuras asociadas al mal estado de nuestra edificación. Rehabilitando los edificios de los años 60-80 del siglo pasado, la administración pública podría ahorrarse hasta 370 euros anuales por vivienda asociados a costes sanitarios y laborales”.
Arquitectura y salud
En esta relación entre arquitectura y salud están trabajando en la actualidad numerosos profesionales que apuestan por una arquitectura saludable, “una que esté completamente centrada y focalizada en el bienestar y la salud de las personas.
La arquitectura ha avanzado bastante en términos de sostenibilidad y debe dar un paso más allá para cuidar verdaderamente a quienes habitan los espacios”, apunta Rita Gasalla, CEO y fundadora de Galöw, Arquitectura Saludable e Interiorismo.