Hasta ahora habíamos visto wearables de muchos tipos, aunque principalmente pensados para hacer deporte o controlar las constantes vitales, y para temas de salud como el control en el postoperatorio, entre otras aplicaciones. Sin embargo, la tecnología wearable no se restringe necesariamente a esos dos ámbitos y permite ofrecer valor añadido en otros nichos de negocio como, por ejemplo, la banca. ¿A que nos referimos cuando hablamos de wearables para la banca?
Hoy en día, los smartphone son la piedra angular para la banca, que ofrece a sus clientes aplicaciones mediante las que pueden controlar y gestionar sus cuentas, hacer operaciones e incluso pagar en muchos establecimientos sin más que acercar el dispositivo al TPV. Pero la banca quiere evolucionar y romper las barreras del smartphone y por eso están apareciendo las primeras aplicaciones prácticas de los wearables por un motivo principal: el sector crecerá más con wearables que con banca móvil, y mucho más que con la banca online.
De este modo, algunas entidades ya ofrecen pulseras prepago con tecnología contactless, que permiten realizar pagos sin necesidad de introducir el código PIN para cantidades relativamente pequeñas (normalmente, pagos por debajo de 20 euros). Existen diversas modalidades, incluyendo opciones para niños (pulseras asociadas a cuentas «mini») y dispositivos que funcionan como una tarjeta de débito. En el fondo, un wearable no deja de ser una tarjeta 2.0, solo que la llevamos en la muñeca.
Para trabajar con wearables es necesario vincular el dispositivo a una cuenta corriente o de ahorro, de la misma manera que haríamos con, por ejemplo, PayPal o aplicaciones por el estilo. A la hora de pagar, basta con cerciorarse de que el establecimiento permite pagos de esta manera.
Un paso más allá de las simples pulseras nos encontramos con los smartwatch, los «relojes inteligentes», que a pesar de no cumplir con las expectativas que se tenía de ellos, siguen teniendo una buena cuota de mercado que crece año a año. Mediante un smartwatch no solo podremos pagar como con una pulsera contactless, sino que podremos realizar operaciones como recibir alertas por pagos con tarjeta, consultar las cuentas o disponer de utilidades como localizar el cajero más cercano a nuestra posición.
De la misma manera que sucedía con la banca online, primero, y la banca móvil después, los wearables asociados a nuestras cuentas bancarias pretenden hacernos la vida más sencilla, que estemos más conectados con nuestro dinero sin importar donde estemos, y con total disponibilidad de efectivo. No olvidemos que ya existen opciones como el cashback para conseguir efectivo de manera alternativa, y que podemos pagar con los smartphone que disponen de tecnología NFC, pero sin duda los wearables marcarán un punto de inflexión.