Si eres aficionado al cine o la literatura de ciencia ficción, no será la primera vez que imagines un futuro con personas que llevan implantes cibernéticos de cualquier tipo, desde los que sustituyen alguna extremidad, pasando por los que mejoran alguna función corporal, o los que sirven para los más insospechados usos. Desde que la tecnología es tecnología, los humanos hemos fantaseado con la posibilidad de convertirnos, algún día, en cyborgs. Eso sí, siempre pensamos en cyborgs buenos.
Hoy en día, la tecnología ya hace posible ciertos avances que hace un par de décadas solo podíamos soñar, y que incluso podrían ser considerados como imposibles. Pero como todo, hay diferentes grados de avance, y así los vamos a ver.
Los wearables no son avances de ciencia ficción, pero casi
Con los wearables más conocidos y comunes tenemos nuestra dosis de futuro en la muñeca. No en vano, estos dispositivos son capaces de monitorizar nuestros signos vitales y registrar el ritmo cardíaco, los movimientos que hacemos o, como es el caso de FitLinxx, medir la temperatura de tu piel o la postura que mantienes. Los wearables no son solamente podómetros mejorados, sino que de verdad miden parámetros que no estaban a nuestro alcance particular hace diez años.
Avances que son sorprendentes, pero que están lejos de ser algo común
Lo que viene a continuación no es ciencia ficción, pero sí hemos de saber que son prácticas y técnicas que no están, por decirlo así, «aprobadas por Sanidad». En el mundo existe mucha gente con muchas ganas de trascender su propia humanidad, y por eso nos encontramos desde personas que se implantan imanes en el cuerpo (y así pueden sentir la presencia de metales en su alrededor), hasta quien pretende implantar en su cuerpo chips RFID, algo que se hace con animales (para permitir su identificación), pero no ha sido oficialmente probado para humanos.
Otras personas utilizan gotas especiales para poder «ver en la oscuridad», pero de nuevo esas gotas no están probadas por ninguna institución solvente y, una vez más, intentar algo así por nuestra cuenta y riesgo significa un gran idem: un riesgo enorme para la salud de nuestra vista.
Existe una frontera, a veces difusa, entre la mejora real y la mejora que será real, pero para la que de momento no convendría poner en riesgo nuestra salud. Es decir, la posibilidad técnica y médica de realizar un implante de chips en el cuerpo humano existe, pero también existen las posibilidades de rechazo o de complicaciones. Las posibilidades prácticas son muchas, ¿te imaginas poder pagar pasando la mano por un lector NFC, como se puede hacer hoy con el smartphone?
Si nos vamos a «prótesis» más seguras, que no requieren de una intervención más o menos peligrosa, nos encontramos con elementos como los Powerizers, una especie de piernas artificiales que nos permiten saltar más alto y correr más deprisa; los hoverboards, una especie de patín eléctrico que prometía ser la atracción de las navidades pasadas (pero que se ha retirado de muchas tiendas por ciertos problemas de seguridad); el SegWay que nos ayuda a desplazarnos más rápido…
Y por supuesto, qué mejor que la realidad virtual o la realidad aumentada para sentirnos «más» que humanos. Mediante la realidad aumentada/virtual podemos disponer de información en tiempo real sobre lo que estamos mirando (¿os acordáis de las Google Glass? Pues Google está trabajando en la próxima versión), o como sucede con Holo Lens, nos podremos sumergir en mundos que ahora solo podemos soñar.
2 respuestas a Algunos avances de ciencia ficción que se han hecho realidad