Con el inicio del Año Nuevo llega uno de los momentos más entrañables de la Navidad; sobre todo, para aquellos que tienen niños cerca. Se trata de la venida de los Reyes Magos de Oriente, una noche y una mañana (la del 6 de enero) llena de emoción y nervios ante los regalos esperados.
Todos los años, semanas antes de la llegada de esta fiesta, los más pequeños de la casa empiezan a pensar en los regalos que quieren que Sus Majestades les traigan y escriben su carta a los Reyes con tal fin. Es una tradición que, hoy en día, siguen también muchos adultos que esperan, con ilusión que Melchor, Gaspar y Baltasar hagan realidad sus deseos. Pero, ¿de dónde viene esa tradición? ¿Cómo se ha conservado durante miles de años?
Tradición milenaria
La tradición de los tres Reyes Magos, también conocidos como los Magos de Oriente, tienen su origen en la Biblia. En el Nuevo Testamento se cuenta cómo tres “magos” hicieron un largo camino en camello siguiendo una estrella (meteorito o cometa) del cielo hasta llegar a Belén.
Una peregrinación que tenía como fin visitar a un bebé llamado Jesús, el Mesías esperado, y que encontrarían en un pesebre. Allí, rendidos ante el pequeño le dieron los regalos que llevaban consigo: Oro, Incienso y Mirra.
Aunque sus nombres no aparecen en las Sagradas Escrituras, en España, a los Magos se les conoce como Melchor, Gaspar y Baltasar y tenemos más que asimilado que son tres, pero lo cierto es que no está demostrada ni la denominación de estos sabios o astrónomos, como se les conocía en esa época, ni su número exacto. Además, tampoco se conoce su origen concreto, aunque se baraja que iniicaron su viaje desde Persia o Babilonia.
El cuento de los Reyes
El nombre y el número se definió después de que un monje benedictino hablase de ellos en un cuento nombrándoles como Melchor, Gaspar y Baltasar; aunque en otros países hacen referencia a cuatro, dos o, como en Armenia, doce.
A partir de este cuento, la historia de los tres magos se ha convertido en una costumbre popular – en España desde el siglo XIX– que se sigue en casi todas las casas de países de tradición católica y que convierte la noche anterior a la Epifanía en un momento mágico que en casi todas las ciudades y pueblos empieza con la Cabalgata. La tradición de la cabalgata de reyes se la debemos exáctamente a la ciudad alicantina de Alcoy, que realizó la primera en 1866. Desde ahí se extendió al resto de España y a otros países de cultura hispana.
Pongamos las zapatillas o zapatos en el sofá o el balcón y, si hemos sido buenos, esperemos con ilusión a Sus Majestades porque, sobre todo, de eso va esta historia, de ilusión.