Vivimos en una realidad en la que el entorno se degrada a gran velocidad y en la que los recursos existentes corren riesgos por el cambio climático. El elevado aumento de la población, que deriva en un crecimiento exponencial de las ciudades —el 55 % de las personas en el mundo vive en ciudades, pero este porcentaje habrá aumentado un 13 % en el año 2050, según los datos de la Organización de Naciones Unidas—.
Por eso se necesita —de forma cada vez más urgente— concienciación y acción para trabajar en un entorno sostenible, cuyo desarrollo dependerá cada vez más de que se gestionen de forma apropiada los recursos. Y, para ello, deben cambiar los hábitos. Algo que ya está ocurriendo.