Los satélites giran alrededor del planeta sin descanso proporcionándonos comunicaciones, información meteorológica, sistemas de posicionamiento global (GPS, ayudas en las tarreas de defensa… Pero… ¿Cómo se asegura un satélite? ¿Por qué es necesario hacerlo?
Basta con pensar en que la mayor parte de nuestras comunicaciones actuales dependen en gran medida de estos dispositivos. Los sistemas GPS que nos permiten disfrutar de las aplicaciones de mapas (cada vez más avanzadas y que nos aportan más información), los servicios de meteorología tan importantes en todos los sectores o la implantación de telefonía en lugares de acceso remoto son algunas de las aplicaciones que serían inviables sin la presencia de satélites.
Además de estas aplicaciones, existen otras muy importantes y que son clave para el desarrollo científico, así como satélites militares y de espionaje. En total, se calcula que en la actualidad hay más de 3.500 satélites en la órbita de la Tierra y pese a que la tecnología ha avanzado mucho, reduciendo la probabilidad de fallos, es necesario contar con algún tipo de respaldo en forma de seguro.
Como nota al margen, esos 3.500 satélites son los que están en funcionamiento; existen aproximadamente entre 8.000 y 13.000 aparatos catalogados como basura espacial (los datos varían muy rápidamente en función de los lanzamientos y las caídas).
Poner un satélite en órbita es muy costoso y conlleva un gran riesgo. Especialmente, el momento del despegue y puesta de órbita se lleva el mayor porcentaje de riesgos que es necesario cubrir. En resumen, se diferencian dos momentos críticos que tienen su correspondiente póliza específica: el mencionado despegue y puesta en órbita, y la vida en órbita.
Se define el despegue como el lapso entre que se encienden los cohetes (justo al terminar la cuenta atrás) y el momento en que se desprenden del satélite. Esto es importante porque la póliza solo cubrirá ese lapso, como máximo unos 40 minutos.
Pasada esta fase, llegamos a la más larga en duración: la vida en órbita. Se establecen pólizas de 12 meses, renovables durante la vida útil del satélite, que puede ser de unos 15 años. Cuando sucede un siniestro en órbita no es posible evaluar in situ la situación (¡y no hay peritos disponibles en la zona!) y, por tanto, es necesario definir una serie de metodologías basadas en telemetría y cálculo estadístico que permitan determinar los daños.
Para darnos una idea del volumen de negocio que suponen los seguros de los satélites, cabe mencionar que para asegurar 300 aparatos la cobertura asciende a 30.000 millones de euros en primas.
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