Hemos asistido a años consecutivos de descensos en el número de víctimas en accidente de tráfico. Iniciativas como el carné por puntos, gracias al cual los españoles hemos levantado el pie del acelerador, han tenido un impacto favorable. No obstante, los últimos datos señalan que las medidas que han servido para reducir los accidentes en la última década están agotadas. Es el momento de innovar, de poner en marcha otras nuevas y de comprometerse con el Objetivo Cero para el año 2050, en carretera, y para 2030, en ciudad.
España ha agotado la primera fase de políticas de seguridad vial y hay que entrar en otra nueva. Así lo evidencia el informe «Planes estratégicos europeos de seguridad vial. Propuestas de acción en España», de Fundación MAPFRE.
Se ha retrocedido en la comparativa con Europa: mientras que en 2013 fuimos el séptimo país con menor tasa de mortalidad por millón de habitantes, en 2014 bajamos al noveno puesto. Es el momento, por ejemplo, de reformular las carreteras convencionales, aquellas que tienen un único carril por sentido, y de equiparar su seguridad a la de las autovías y autopistas.
Un reto «realista». Objetivo Cero Accidentes
Estamos ante datos «preocupantes» que ponen de manifiesto que todavía existen numerosas medidas de gran efectividad que están sin explotar. Hay que buscar nuevas fórmulas que contribuyan al Objetivo Cero fallecidos –filosofía referente en toda Europa aplicada a la seguridad vial que nació en Suecia hace 18 años–, un reto que es «realista» a medio plazo.
El Objetivo Cero parte de la base de que prácticamente todas las lesiones graves o mortales son evitables. Las propuestas de acción en España son fruto de la revisión de las medidas más recientes de la Comisión Europea y de aquellas incluidas en los planes y estrategias de seguridad vial en otros 12 países europeos.
Fundación MAPFRE resalta entre las 23 medidas efectivas, 11 a las que considera fundamentales para el logro de los objetivos de seguridad:
1. Conductor 2.0: pasar del mero cumplimiento de las normas a una conducción más solidaria y cooperativa, en particular en relación con los usuarios vulnerables.
2. Formación continua a lo largo de toda la vida adulta.
3. Promover, en una primera fase, la difusión de las nuevas tecnologías en los vehículos: eCall, sistemas de ayuda a la conducción, como detección de peatones, frenado automático, ángulo muerto, alerta de cambio involuntario de carril, detección de fatiga y distracciones.
4. Incorporación como equipo de serie de dichos sistemas avanzados, el «aviso de cambio de carril» y la frenada automática de emergencia.
5. Apoyo a la renovación del parque con vehículos que aporten un avance en cuanto a la mejora de su equipamiento de seguridad.
6. Auditorías periódicas del estado y necesidades de mantenimiento de la red vial.
7. Fomento del uso de las vías más seguras (autopistas y autovías frente a carreteras convencionales).
8. Extensión del uso en vías interurbanas de líneas sonoras longitudinales.
9. Implantación de las vías «2+1».
10. Incremento de áreas con velocidad máxima de 30 km/h en zonas urbanas.
11. Empresas seguras: formación para los trabajadores; desarrollo de marcos de trabajo que favorezcan la seguridad vial (horarios, precios, rutas…); tecnología de control de flotas aplicada a la seguridad vial…
Fundación MAPFRE insiste en que identificar las características peligrosas y la corrección preventiva de las mismas, permitirían reducir la siniestralidad en mayor medida. Cada día supone cinco fallecidos, cada día cuenta. El conductor es responsable de cumplir las normas, pero el resto de los sectores implicados debe trabajar para que, en caso de accidente, los daños sean los mínimos.
Foto | Revista La Fundación