Son tan frecuentes en nuestras ciudades, y fuera de ellas, que las glorietas y rotondas deberían ser pan comido para todos los conductores. Lejos de ser así, son un foco de errores, desencuentros, estrés y hasta colisiones, que suelen ser, por otro lado, de poca importancia. ¿Por qué las rotondas necesitan tanta explicación si son un elemento de seguridad vial propio de la infraestructura?
Como siempre, las causas son múltiples, pero en este caso el mayor porcentaje de responsabilidad en ello se lo llevan los conductores. No diremos el 100%, porque existen glorietas y rotondas mal diseñadas, con poca visibilidad, con señalización defectuosa… pero los conductores son quienes tienen la mayor responsabilidad en la circulación por esos tramos de vía.
Cómo circular por rotondas y glorietas, según la DGT
La DGT ha publicado en su revista y en su web un monográfico sobre la circulación en glorietas en el que se incluyen las preguntas más frecuentes que nos hacemos los conductores, y trata de responder a todas según la ley vigente, y añadiendo las dosis adecuadas de sentido común. Al fin y al cabo, las glorietas son tramos circulares de la vía por la que transitamos, y se utilizan para evitar la formación de cruces, distribuyendo el tráfico entre diferentes calles con poco riesgo.
Como tramo de vía que son, se rigen por las reglas de prioridad, de cambio de carril y de «toma» de desvíos: por regla general se circulará por el carril más a la derecha (el exterior) salvo que las circunstancias del tráfico o nuestro destino aconsejen el uso de otros carriles; usaremos los intermitentes para realizar un cambio de carril; solo se puede salir de la glorieta desde el carril más a la derecha.
Nada nuevo, si lo comparamos con la circulación por una calle de varios carriles en cualquier ciudad: no existen diferencias, salvo que el tramo de vía es circular. Entonces, ¿por qué pasa lo que pasa con las rotondas? La clave está en que no las vemos como un elemento más de la vía, sino como un obstáculo.
Si llegamos los últimos, debemos esperar a los demás; el problema es que si no hay nadie circulando la atravesamos lo más recto posible, recortando carriles sin señalizar las maniobras; nos ceñimos al interior y salimos desde allí, a pesar de que haya otros coches en el carril correcto…
Es curioso que un conductor que gire por el carril exterior, aunque no salga de la rotonda, está cumpliendo las reglas, pero ha de tener precaución de que otros conductores no realicen un movimiento antirreglamentario. Es curioso que ese conductor deba indicar su dirección con el intermitente «prudente», el que accionamos a la izquierda para indicar a otros conductores de nuestra intención de seguir girando.
El problema de las glorietas es que son un elemento muy sencillo de entender, pero que no se respeta igualmente que otras normas muy básicas de la conducción. Por suerte, la DGT ha salido para explicar la evidencia de la circulación en glorietas, instando a los conductores a utilizar el sentido común y la normalidad como la mejor forma de afrontar una rotonda.
Foto | Alberto Varela
7 respuestas a Las glorietas y rotondas, ¿por qué necesitan tanta explicación?