La llegada del verano y del calor, las piscinas, la playa y la montaña, y en general, la exposición natural más prolongada a los rayos solares siempre traen a la palestra un tema recurrente: el peligro de esa exposición. Los perjuicios para la salud de la piel de la exposición al sol de manera prolongada y sin protección están clarísimos, pero el extremo opuesto es igualmente perjudicial. Evitar toda exposición al sol es causa de déficit de vitamina D, y esto por sí mismo empeora nuestro estado de salud.
La falta de vitamina D provoca el aumento del riesgo de sufrir diabetes, raquitismo u otras enfermedades (entre las que destacan tuberculosis o esclerosis múltiple). La razón de este artículo no es otra que defender la protección de la piel a los rayos del sol, pero con el factor adecuado, combinando un tiempo de exposición razonable con la protección perfecta para prevenir los daños a la piel, pero a la vez favorecer la absorción de vitamina D.
Mitos de los protectores solares y la vitamina D
Se puede creer que si nos untamos con protector solar, será difícil que los rayos UVB (aquí puedes consultar qué tipos de rayos solares inciden en nuestra piel y qué es el índice UV) estimulan nuestra piel para obtener vitamina D, debido a que precisamente se encargan de bloquear dichos rayos. La cuestión es que no somos capaces de cubrirnos totalmente de crema solar, y siempre hay algún resquicio libre.
No nos engañemos, debemos utilizar cremas de protección solar, evitar las exposiciones prolongadas y las horas de máxima intensidad (de 12 a 16 horas), protegernos siempre la cara y las manos y evitar las quemaduras. Sin embargo, no es malo necesariamente disfrutar de una corta exposición (15 minutos) a una hora de baja intensidad para estimular la absorción de la vitamina D.
Existen incluso artículos que alertan sobre los peligros del exceso de protección para los niños. No animan a aumentar la exposición, pero sí a hacer más vida al aire libre, a hacer deporte y combinarlo todo con una dieta rica y equilibrada.
Se cree también que se puede suplir la falta de vitamina D solo con la dieta adecuada, y esto es falso. La ingesta de alimentos como el marisco, la leche o los huevos proporciona vitamina D de manera insuficiente para las necesidades individuales. Esto ha de combinarse con la exposición controlada y moderada al sol.
De manera inversa, creer que en países como el nuestro basta con el sol para sintetizar toda la vitamina D es incorrecto. Lo ideal es la combinación entre ambas fuentes de vitamina y mantener siempre un equilibrio.
Si tienes dudas sobre qué tipo de protección solar es la más adecuada, en este artículo podrás salir de dudas.