Cuidar del corazón y la salud cardiovascular es algo que necesitamos todos, sin excepción, y todavía más a cada año que pasa. La vida sedentaria es el mayor enemigo para la salud del corazón y a ella se une la obesidad, en ocasiones consecuencia de la falta de ejercicio físico, y en ocasiones con otras causas diferentes. Lo que está claro es que tanto el ejercicio físico regular como la dieta saludable y en su justa medida influyen positivamente en la salud en general, y la del corazón en particular.
Un propósito imprescindible para este nuevo curso es el de cuidarnos más y mejor. Nuestro corazón se lo merece, y por eso debemos plantearnos una mezcla razonable de ejercicio y de dieta controlada. No hay necesidad de ir a los extremos y comenzar un programa de entrenamiento exhaustivo: la constancia es la mejor manera de conseguir los objetivos de salud, y por eso suele bastar con una serie suave de sesiones de entrenamiento.
En cuanto a la dieta, lo mismo: más verduras, frutas, pescados, retomar las legumbres ahora que el tiempo empezará a invitar a ello, y dejar de lado los excesos de azúcar y grasas, sacar el alcohol fuera de nuestras vidas, no fumar… La mayoría de las personas conseguirían resultados sorprendentes tan solo con limitar sus raciones diarias e incluir en ellas las proporciones adecuadas de cada tipo de alimento, y por supuesto limitando o eliminando el consumo de alcohol, snacks y refrescos.
Se puede cuidar del corazón a cualquier edad, y se debe hacer desde las etapas más jóvenes para sentar las bases y las rutinas que nos llevarán a disfrutar de una vida saludable. De hecho, cuanto más esfuerzo hagamos por establecer hábitos saludables en las fases de desarrollo tempranas de nuestros hijos, tanto mejor crecerán y asumirán como parte de sus vidas la dieta equilibrada y la actividad física habitual.
¿Hay alguna fórmula ideal?
No existe como tal, pero sí indicaciones generales que podemos y debemos tener en cuenta, a saber:
- En cuanto a la dieta, elegir alimentos bajos en grasas saturadas, grasas trans y sodio. Como parte de una dieta saludable, comer muchas frutas y verduras, granos integrales ricos en fibra, pescado, nueces, legumbres y semillas, e incluso organizar algunas comidas sin carne de ningún tipo. Consumir productos lácteos bajos en grasa, y aves de corral (preferentemente sin piel). Limitar las bebidas azucaradas y la ingesta de carne roja. En caso de comer carne, elegir los cortes más magros posibles.
- Habitúate a la actividad física con un mínimo de dos horas y media semanales de actividad suave y una hora y media de actividad moderada o alta. Esto puede mejorarse, claro, pero estos tiempos deberían ser los mínimos imprescindibles.
- Ejercita todos los grupos musculares al menos un par de días a la semana, para mantenerlos flexibles, fuertes y dentro de una rutina saludable continua.