El exceso de entrenamiento puede ser tan perjudicial, o más, que la falta de ejercicio, aunque sea por motivos diferentes. Si el sedentarismo es un perjuicio grave para la salud y contribuye a la obesidad, el exceso de ejercicio conlleva otros riesgos que merece la pena conocer. Como sabemos, el ejercicio suave es muy beneficioso si se realiza con regularidad; en este caso estamos hablando de los riesgos para las personas que entrenan con más asiduidad, y mayor intensidad durante largos períodos de tiempo.
El sobreentrenamiento es nada más y nada menos que un exceso de entrenamiento que el cuerpo no es capaz de asimilar, y normalmente se debe a la falta de un descanso completo entre sesiones. El cuerpo, así, se fatiga en exceso y puede llegar a ser algo crónico.
Todo entrenamiento debe disponer de tiempos de reposo y recuperación para el organismo, de manera que nos vayamos adaptando progresivamente a las exigencias de dicho entrenamiento y consigamos nuestros objetivos, sean los que sean (fuerza, resistencia, o lo que estemos tratando de conseguir). Si no se respetan los tiempos, el cuerpo se resentirá.
Por otro lado, un deportista que se entrena con intensidad puede experimentar cansancio al finalizar una sesión, pero este es un cansancio lógico y normal, simple consecuencia de haber estado ejercitándose. Cuando el cansancio no termina es cuando pueden empezar a sonar las alarmas, al menos en cierta medida.
Uno de los síntomas más sencillos de detectar para entender que estamos pasándonos con el ejercicio (y no hablamos de lesiones, que pueden darse en personas no acostumbradas al ejercicio que empiezan saltándose pasos) es la frecuencia cardíaca en reposo. Si notamos que dicha frecuencia es más elevada de lo normal, sin haber hecho esfuerzos, es que estamos ejercitándonos de más.
Existen otros síntomas, por ejemplo pérdida del apetito y peso corporal, dolores de cabeza frecuentes, tensión alta, dolores musculares e inflamación, trastornos del sueño y, por supuesto, una sensación de fatiga durante todo el día. Además se puede dar pérdida de fuerza, e incluso de coordinación.
La mejor manera de evitar el exceso de entrenamiento es bastante sencilla: respetar los tiempos de descanso. Con un buen descanso y una recuperación completa entre sesiones de entrenamiento podemos estar tranquilos. Y en caso de que ya tengas los síntomas, lo mejor es el reposo absoluto hasta la recuperación total, pero si la cosa no mejora lo más recomendable es acudir a un especialista.
Sin ninguna duda el descanso es parte del entrenamiento. El cuerpo lo pide, los músculos se bloquean y sin el debido reposo no se mejoran los objetivos.
Como bien se señala en la publicación, hacer deporte regularmente beneficia a la salud; sin embargo, cualquier práctica deportiva en exceso puede ser perjudicial. Hay personas que lo hacen para bajar de peso, otras para mantenerse en forma o simplemente desestresarse, cualquiera que fuese la motivación si se hace en exceso puede deteriorar nuestra salud significativamente. Y si a ello le sumamos la mala alimentación los daños puede aún ser mayores. El cuerpo no solo se descompensa físicamente, sino también emocionalmente. Así, que para hacer deporte sin afectar nuestra salud debemos dormir por lo menos 8 horas, hacer cambios de rutina paulatinamente, alimentarnos e hidratarnos bien.