La actividad en redes sociales contiene indicadores del lenguaje que podrían ayudar a diagnosticar la depresión. Esta es la conclusión de un estudio realizado por la Stony Brook University en colaboración con miembros de la Universidad de Pensilvania, en el que se muestra cómo el contenido compartido por los sujetos en Facebook puede predecir una futura aparición de depresión en sus registros médicos.
La depresión es una de las enfermedades mentales más predominantes, pero su diagnóstico es difícil. Analizando el lenguaje de las publicaciones en las redes sociales, con consentimiento previo, de 683 personas, los investigadores pudieron identificar a pacientes con depresión con una precisión muy similar a la obtenida por los métodos tradicionales.
De esas 683 personas, 114 eran personas diagnosticadas con depresión. Para el estudio se analizaron todos los estados, mensajes o publicaciones de esas personas antes de la fecha del primer diagnóstico. Restringiendo el análisis a un período previo de tan solo 6 meses antes del primer diagnóstico, la precisión fue todavía mejor.
El estudio encontró que los predictores de la depresión en el lenguaje incluyen procesos emocionales (tristeza), interpersonales (soledad, hostilidad) y cognitivos (preocupación por el yo, reflexión). Es factible, por tanto, utilizar esta herramienta como complemento a los procedimientos ya existentes siendo, además, una evaluación de la depresión no intrusiva.
No es el primer estudio sobre cómo nuestro comportamiento en las redes sociales puede ofrecer datos valiosos acerca de nuestra salud mental. En 2017 se publicó un estudio relativo a Instagram en el que utilizaron algoritmos de machine learning para analizar casi 44.000 fotografías de Instagram. Las características estadísticas que definirían la depresión se extrajeron utilizando análisis de color, componentes de metadatos y detección algorítmica de rostros.
De forma paralela a estos estudios se han analizado los testimonios de más de 6.400 usuarios en 63 foros de Internet con temáticas relacionadas con la ansiedad, la depresión o el suicidio, junto con datos en otros 19 foros de control. Las conclusiones fueron claras: en los foros que rodean el tema de la depresión o la ansiedad se registraron diferencias sustanciales en el lenguaje que podrían ayudar a mejorar la diagnosis.
Estos métodos pueden mejorar la diagnosis de enfermedades mentales tan graves como la depresión, siempre que los pacientes consientan en compartir los datos de sus publicaciones, y dar un paso hacia delante para combatir lo que se ha denominado la «epidemia del siglo XXI».