A pesar de que la práctica de ejercicio es cada vez más común y de que somos más conscientes de sus beneficios, España sigue situándose entre los países europeos con mayor sedentarismo entre la población adulta. El 42 por ciento de los mayores de 18 años reconoce que no realiza ninguna actividad física durante la semana.
Las consecuencias de una vida sin ejercicio son peligrosas: aumenta la probabilidad de padecer cáncer, enfermedades coronarias, diabetes tipo 2, muerte prematura, etc. Además, genera a nuestro país un gasto sanitario de 990 millones de euros.
Ante esta situación, es vital un cambio de actitud. Natación en vez de analgésicos, running en lugar de ansiolíticos, una buena caminata a cambio de antidepresivos… El ejercicio clave para combatir las grandes enfermedades del siglo XXI como la hipertensión, diabetes o las enfermedades cardiovasculares.
Píldoras de deporte
¿Sabías que dedicar menos de 200 minutos semanales a alguna actividad física envejece? España sigue siendo el segundo país del mundo que más medicamentos consume, solo superado por Estados Unidos. Somos el país europeo con más farmacias por número de habitante y se expiden al año una media de 18 recetas por persona.
Este es un escenario difícil de cambiar pero en el que desde Fundación MAPFRE se insiste que la actividad física es necesaria. El reto está en conseguir que los médicos prescriban deporte a sus pacientes, de la misma manera que recetan medicamentos. Se han comenzado a dar los primeros pasos en este sentido.
Alejandro Lucía, científico experto en las ciencias del ejercicio, explica los efectos positivos del ejercicio sobre la salud. «Cuando hacemos ejercicio, los músculos liberan a la sangre sustancias denominadas mioquinas, que se consideran fármacos en potencia, ya que llegan a órganos y tejidos como el corazón, el cerebro, el intestino… con efectos beneficiosos o reparadores. Por ejemplo ayudan a reducir la grasa intra abdominal que es factor desencadenante de algunas enfermedades como la diabetes tipo 2, cardiovasculares, algunos cánceres, depresión o demencias.»
Entrenando el cerebro y cuanto más, mejor
Mens sana in corpore sano, no es solo un dicho. Caminar, correr, nadar, hacer pesas, montar en bicicleta… regenera no sólo nuestro cuerpo, sino también nuestra mente.
En una población cada vez más envejecida, es crucial fomentar el ejercicio ya que favorece la plasticidad cerebral y disminuye el deterioro cognitivo. Se ha demostrado que durante el ejercicio, el cerebro libera sustancias químicas para cuidar de las células nerviosas, fortalecer las del cerebro y crear nuevas conexiones.
Los expertos señalan que a lo largo de la vida es necesario el ejercicio de manera regular para cargar pilas a nuestro cerebro y que esta «batería» pueda ser utilizada en situaciones críticas o para minimizar el impacto de enfermedades como el Alzheimer propias de la vejez.
No hace falta prepararse para la maratón de Nueva York ni cruzar a nado el Estrecho para sentir los beneficios del deporte. Se puede practicar mientras se realizan actividades diarias como caminar de manera rápida, subir las escaleras en vez de coger el ascensor, cargar con la compra o sacar al perro también es actividad física. La Organización Mundial de la Salud recomienda que una persona debe realizar a la semana un mínimo de 150 minutos de ejercicio físico. «Caminar despacio no sirve, hay que forzar, sentir el esfuerzo. Un buen nivel serían 450 minutos semanales. Siempre con sentido común, cuanto más mejor», explica Alejandro Lucía.