La práctica de cualquier deporte conlleva beneficios muy claros para nuestra salud, y es un conocimiento universal que el ejercicio moderado y frecuente junto a una alimentación saludable y equilibrada, hacen que nos sintamos mejor y más sanos. Curiosamente, el ejercicio irregular o mal adaptado a nuestras propias condiciones físicas puede tener el efecto contrario, y es posible que esa sea la causa del incremento de las lesiones del tendón de Aquiles por la práctica del running.
La prudencia al iniciarnos en un deporte debe ser nuestra compañera. De hecho, hace unos meses os contábamos unos consejos para iniciarnos en el running, con un cronograma aproximado para conseguir una adaptación progresiva a un deporte para el que, si bien estamos diseñados específicamente para correr, puede derivar en lesiones principalmente en las articulaciones como las rodillas (y el mencionado tendón de Aquiles).
Centrándonos en el tendón de Aquiles, su lesión se suele deber a estos tres factores, ya sea uno o varios de ellos concurrentes: calzado inapropiado; demasiado entrenamiento, o demasiado frecuente; técnica deficiente. Los síntomas más típicos son dolor y aumento de la temperatura, normalmente en el centro del tendón y que empeora cuando nos ponemos a la carrera.
El problema de lesionarse el tendón de Aquiles es que, si no se detecta y trata a tiempo, puede ser algo complicado de recuperar. Un tendón de Aquiles muy dañado nos puede incapacitar parcialmente, mientras que si se detecta a tiempo, en fase temprana, conlleva un tratamiento bastante simple y eficaz. Por el contrario, si se deja, puede ser necesaria la cirugía.
Para evitar la lesión, lo mejor es un plantearnos un entrenamiento progresivo que sea adecuado a nuestro estado físico (o al nivel de carrera, si tenemos), y no dejar de lado el factor edad. Con la edad, los tendones se pueden resentir con mayor facilidad, si bien el entrenamiento en los términos descritos contribuye a reforzar nuestras «estructuras» y que puedan soportar más esfuerzos. Lógicamente, y de nuevo, siempre que hayamos establecido un plan progresivo y que no tengamos otros factores de riesgo, como por ejemplo obesidad u otros trastornos.
El entrenamiento bien diseñado debe incluir periodos de descanso bien dimensionados. No sirve de nada entrenar a diario sin descansos, y esa es una de las mejores maneras de encontrarnos con una lesión que, de hecho, nos va a impedir seguir entrenando.
Por tanto, al conclusión más evidente que podemos sacar de todo este asunto es que sí, correr es saludable y un gran ejercicio, pero hemos de ser prudentes, empezar poco a poco y plantearnos entrenamientos a muy largo plazo para obtener resultados. Debemos pensar en nuestras rodillas y tendones de Aquiles, y siempre ser conscientes de nuestras limitaciones y capacidades.