Es tradicional pensar que el sedentarismo es culpa del sofá, y las imágenes mentales que nos hacemos de personas sedentarias se dibujan como personas sentadas frente a la tele, sin hacer nada mientras beben refrescos, comen aperitivos, y poco a poco van ganando peso y perdiendo salud.
Sin embargo, el sedentarismo solo tiene que ver con la falta de la actividad física necesaria para mantenernos en buen estado de forma. Da igual que la inactividad la protagonicemos en el sofá de casa, o en el puesto de trabajo, porque el perjuicio para nuestro cuerpo y nuestra salud será igual o, de hecho, peor. Las largas jornadas de trabajo de oficina, junto al estrés y la mala alimentación son un cóctel explosivo.
Según el Gobierno de los EE.UU, el mínimo semanal recomendado en cuando a actividad física, para los adultos, es:
al menos 2,5 horas de ejercicio aeróbico de intensidad moderada cada semana y una hora y 15 minutos de actividad física intensa, o una combinación de ambos. Los adultos también deben participar en actividades de fortalecimiento muscular, como levantar pesas o hacer flexiones al menos dos veces por semana.
Si nos paramos a pensar en qué significa esta actividad física, veremos que no es para nada algo inalcanzable. Simplemente hemos de diseñar un calendario de 4 horas semanales de ejercicios combinados para «cubrir el cupo». Una visita al gimnasio dos veces por semana, y un paseo enérgico, de una hora, el resto de los días de la semana, duplicarían esa cantidad mínima sin apenas esfuerzo real.
Para los trabajadores sedentarios, esto es quizás más necesario por la propia naturaleza y consecuencias de los trabajos estresantes. La tensión, la cafeína, la falta de sueño de calidad, la alimentación atropellada y no tan saludable como debiera… todo ello suma y perjudica a nuestra salud, y más cuando, terminada la jornada, evitamos hacer esa actividad tan saludable y beneficiosa.
Esa actividad física al final de la jornada nos puede ayudar en la salud a largo plazo, pero también nos puede servir para cambiar el chip, relegar el trabajo a un segundo plano, sentirnos más activos, frescos y más relajados. Existen estudios que refrendan estos beneficios, y también los hay que invitan a promover y potenciar el ejercicio en las empresas (sí, durante la jornada laboral):
Permitir y alentar a los empleados a ejercitarse en el trabajo tiene mucho sentido. Veo empleados que regresan de sus entrenamientos refrescados y más enfocados en sus puestos de trabajo. El tiempo perdido en el ejercicio se recupera y se potencia en términos de mejora de la productividad.
Es muy interesante pensar en que, a pesar de que estamos hablando de introducir ejercicio en horario laboral, si dedicásemos 50 minutos de lunes a viernes, el impacto en productividad en el trabajo sería muy positivo, así como la reducción del absentismo laboral. No es descabellado si pensamos que la suma de los descansos en una típica jornada española supera con creces esos 50 minutos diarios, sobre todo a la hora de comer.
Fotos | Alan Cleaver, mylifestory
2 respuestas a Pónselo difícil al sedentarismo