Correr, al igual que caminar, es un deporte muy saludable si se practica correctamente. Como con cualquier deporte que practiquemos partiendo del sedentarismo, hemos de tener ciertas precauciones a la hora de comenzar la actividad: sobre todo, las rodillas.
Una vez hemos comenzado las rutinas y nos vamos manejando mejor, es el momento de elegir la manera en la que podemos practicar ese deporte con mayor comodidad, y hoy en día, algunos corredores eligen correr descalzos. A esto se le conoce como barefoot running (de barefoot, descalzo), y tiene ventajas y desventajas.
Correr descalzo es correr sin amortiguación
Al barefoot running se le conoce también como running minimalista porque básicamente se trata de correr de la manera más “natural” posible, esto es, con poco o ningún apoyo de zapatillas o calzado especializado. Cuando el ser humano empezó a correr lo hacía sin zapatillas, y lo hacía por razones muy diferentes al ocio, claro está. La amortiguación que disfrutamos en el presente tienen su razón de ser en la protección necesaria a la columna y las articulaciones ante la “agresión” de la carrera continua.
Correr descalzos implica pisar de forma diferente a como lo hacemos cuando corremos con zapatillas específicas. No se puede utilizar la misma técnica porque, con amortiguación, corremos apoyando primero el talón, por lo general, mientras que descalzos apoyamos primero la zona media del pie. Correr descalzos implica dar zancadas más cortas y mantener el centro de gravedad más retrasado que en el caso de las zapatillas amortiguadas.
Por añadidura, esas zancadas más cortas implican que el impacto para las articulaciones es algo menor, y correr sin la envoltura de las zapatillas hace que los músculos de pies y piernas trabajen más, lo que redunda en algo de nombre tan curioso como propiocepción. Esto, en palabras llanas, es el sentido de la posición relativa de las partes vecinas al cuerpo y del esfuerzo que se emplea en el movimiento.
El barefoot running tiene sus inconvenientes, y no son de poca importancia: si corremos descalzos hemos de entrenar progresivamente por la sencilla razón de que debemos acostumbrar los músculos de los pies y piernas, y esto puede ser a la vez frustrante, y fuente de problemas (si nos saltamos pasos podríamos lesionarnos), y también debemos adaptar nuestra técnica de carrera; en segundo lugar, correr descalzos conlleva el riesgo de que nos hagamos daño en las plantas de los pies por culpa de algo que nos encontremos en el terreno.
Para suplir este inconveniente existen zapatillas especiales en el mercado que protegen los pies, pero dejan libertad a la sensibilidad que nos proporciona el running minimalista, con la ventaja de que si pisamos una piedra, estaremos algo más protegidos.
Foto | Oakley Originals