La persona que sufre intolerancia a la lactosa no puede digerir este tipo de azúcar de la leche. Y por este motivo sufre diarrea, gases e hinchazón después de comer o beber productos lácteos.
Esta afección suele ser inofensiva, pero sus síntomas son desagradables. La razón más habitual de sufrir esta intolerancia es la deficiencia de lactasa, una enzima que se produce en el intestino delgado y que se encarga de convertir la lactosa, que es un disacárido, en sus componentes glucosa y galactosa.
Para saber si tenemos intolerancia a la lactosa, lo mejor es hacerse una prueba médica en la que se realizan una serie de análisis específicos. Hay que advertir que, ya desde hace bastante tiempo, los test de intolerancia alimentaria que se vendían en las farmacias se consideran un timo, por lo que siempre es mejor acudir a un especialista antes que fiarse de este tipo de tests.
Por otra parte, hay muchas personas que tienen niveles bajos de lactasa, pero pueden consumir productos lácteos sin problemas. La intolerancia a la lactosa genera síntomas inmediatamente después de consumir alimentos lácteos o derivados de la leche de vaca.
Tipos de intolerancia: permanente o transitoria
Tenemos dos posibilidades, o bien que se trate de una intolerancia de origen genético, o bien que se desarrolle con el tiempo y sea transitoria.
En el primer caso la persona no puede producir la lactasa, y puede que nunca haya tenido esta capacidad por una mutación en el gen que la produce, o porque la haya perdido al dejar la lactancia y no la haya recuperado. La intolerancia de origen genético representa a los verdaderos intolerantes a la lactosa
En el segundo caso, una persona puede haber dejado de consumir leche durante muchos años y, al volver a consumirla, le sienta mal. Es decir, la ingesta de leche tras tanto tiempo le provoca desarreglos intestinales, gases o vómitos. Si esta persona sigue consumiendo leche, al cabo de unos meses puede comprobar que la vuelve a digerir. Se trata por tanto de una intolerancia temporal.
Síntomas más típicos de la intolerancia a la lactosa
- Digestión pesada tras tomar leche o productos lácteos.
- Cólicos intestinales.
- Gases y flatulencias con ventosidades recurrentes.
- Diarrea.
- Náuseas en algunos casos de intolerancia muy pronunciada, incluso llegando al vómito.
A pesar de que se nos presenten estos síntomas, o alguno de ellos, tras la ingesta de leche, esto tan solo nos estaría indicando la probabilidad de que seamos intolerantes a la lactosa. Además, muchas personas pueden ser intolerantes de manera parcial, es decir, dependiendo del día, la época del año o la dieta que lleven.
La única manera de saber a ciencia cierta si padecemos intolerancia a la lactosa es acudir al médico y que nos practiquen las pruebas que existen para ello. Los síntomas son tan solo una señal de alerta que nos aconseja acudir al médico.