Seguro que si hacemos memoria sobre nuestros hábitos alimenticios, o al menos los que nos han inculcado, recordaremos una típica pirámide nutricional en la que se ordenan de básicos a prescindibles los diferentes alimentos a disposición. Estas pirámides nos dan una idea de la cantidad y frecuencia recomendable de los alimentos en nuestra dieta habitual. Pues bien, este tipo de recomendaciones varían con el país, la región o la zona y pueden parecernos sorprendentes alguna de ellas.
En España, muchas verduras, frutas, pescados y derivados lácteos
La dieta mediterránea la conocemos sobradamente: de consumo diario recomendado encontramos cereales, pan, leche, huevos, aceite de oliva, frutas y verduras; pescados y carnes,… No es el objeto de este artículo entrar en el detalle de la dieta mediterránea, ni tan siquiera discutir si es la más sana o no, sino poner en relieve las diferencias, a veces curiosas, con otras dietas «típicas» del mundo.
En Italia, la pasta es de gran importancia en la dieta
Parece un tópico, pero así es: la pasta es en sí un grupo alimentario en Italia, y además es un básico al nivel del pan. Por debajo, en la base de la pirámide, las frutas y verduras son el sustento de la dieta mediterránea italiana. Llama la atención lo alta que está la leche y derivados en la pirámide.
En Japón, arroz y verduras por encima de todo
Curiosamente, la pirámide nutricional japonesa no es tal: es una especie de peonza en la que la parte superior indica lo más recomendado para el consumo diario, y la parte baja lo que menos «se necesita». La sorpresa viene cuando lo que menos importa es la fruta, pero seguramente sea en parte a la tradición, y en parte al acceso a fruta barata.
Casi a diario arroz, pasta, noodles, pan, así como las verduras y los platos elaborados con ellas. Con algo más de moderación, platos de pescados y carnes, luego leche y derivados, y por último las frutas. Curioso, ¿verdad?
En Brasil no existe la pirámide nutricional
Lejos de ser un punto negativo, es una gran manera de centrar las cosas en lo práctico y saludable. A veces, restringir la mirada a una fría pirámide hace que nos sintamos incómodos ante la sola idea de pensar un menú apropiado, que haga uso de los diferentes alimentos en las proporciones adecuadas. Y eso nos puede llevar a lo fácil: platos preparados, comida precocinada, o comida rápida.
Por eso en Brasil abogan por la educación, por la comida sana y basada en productos no procesados (o con el mínimo procesado posible). Para muestra, la regla de oro:
Elige siempre los alimentos naturales o mínimamente procesados y los platos y comidas recién hechas a los alimentos ultra procesados. En otras palabras, optar por el agua, la leche y las frutas en lugar de refrescos, bebidas lácteas y galletas; no reemplace platos recién preparados (caldo, sopas, ensaladas, salsas, arroz y frijoles, pasta, verduras al vapor, pasteles) con productos que no requieren de preparación culinaria (sopas, fideos instantáneos envasados, platos congelados previamente preparadas, sándwiches, fiambres y embutidos, salsas industrializadas, mezclas preparadas para pasteles), y elaborar postres en casa, evitando los industriales.
Frente a la sensación de escasa concreción, la propuesta brasileña prefiere minimizar los productos industriales, favoreciendo la elección de productos frescos que pidan preparaciones sencillas, caseras, sin un exceso de productos adicionales que no benefician a la nutrición. Incluso aconseja el uso moderado de azúcar, grasas y condimentos en las preparaciones, ya que se basan en alimentos con poco proceso industrial.
¿Con qué indicaciones te quedas?
Vía | VOX