La sostenibilidad es fundamental para que nuestro mundo, cada vez más poblado y con mayores necesidades de recursos naturales, alimentación y procesamiento de desperdicios, continúe sano durante muchos siglos más. Conseguir que el mundo sea más sostenible parece una utopía, pero la mejor manera de conseguir hacerla realidad es dividir ese problema en pequeños problemas, más manejables y con mayores garantías de éxito individual.
Los días 11 y 12 de septiembre de 2013 se celebró en la ciudad de Panamá un Encuentro Iberoamericano sobre Desarrollo Sostenible, el EIMA, y se abordaron temas que van muy en la línea que comentamos en el párrafo inicial. Además, el desarrollo sostenible no es posible sin que acompañe un cambio cultural. Es decir, no solo debemos plantearnos la sostenibilidad a nivel local, y más tarde a nivel individual, sino que tendremos que haber transformado nuestra visión e interiorizado los principios y ventajas de vivir de esta manera.
Las jornadas se centraron en la problemática latinoamericana, pero no nos es difícil extrapolar a nuestra sociedad. Por ejemplo, si decimos que en América latina el 70% u 80% de las pérdidas por desastres naturales se producen en ciudades, y por lo tanto es necesario prevenir y mitigar el cambio climático desde el propio marco local, podemos aplicarnos el cuento a nuestras propias ciudades. ¿Qué pasaría si una ciudad de nuestro entorno sufriese una inundación o cualquier otro desastre que pudiese haber sido evitado tomando conciencia del cambio climático, y actuando en consecuencia?
Veamos las propuestas más interesantes que se hicieron en el seno de este evento:
- Es necesario plantear un modelo territorial que limite la extensión de la expansión urbana y permita una ciudad compacta y densificada.
- Los territorios se deben construir con equidad, con coberturas universales de agua potable y depuración.
- Como sistema de protección ambiental se propone un indicador de acceso a áreas verdes por habitantes para garantizar la distribución equitativa y la accesibilidad al las zonas verdes.
- Apostar por un modelo de transporte público integrando los distintos modos, incluido las formas no motorizadas: carril bici, bici pública, recuperación de aceras y movilidad peatonal.
- El factor contaminante más determinante de las ciudades viene del transporte privado, y la evolución hacia propulsiones menos contaminantes es vital, con la colaboración del Gobierno a nivel nacional y a partir de acuerdos internacionales.
- La gestión integral del agua significa migrar hacia una gestión integral de la fuente, el cambio de modelo de consumo de agua (optimización del uso), la recuperación de la cuenca hídrica de la ciudad y la calidad del agua en su vertido final.
- Producción y gestión de los residuos: hay que procurar cumplir las 3 “R” (reducir, reutilizar y reciclar).
Lo que está claro es que todos debemos poner de nuestra parte: no malgastar agua, no aumentar la tasa de basuras no segregadas (para reciclaje), contaminar más con coches viejos y vetustos, e incluso podemos infuir en otros muchos aspectos, incluyendo la delimitación territorial. Con cada generación nueva que aprenda de sus mayores cómo respetas el medio ambiente, todos ganamos. Y eso es lo más local que tendremos en la vida.
Más información | Revista FUNDACIÓN MAPFRE
Foto | Danilo Prudêncio Silva