La lluvia ácida supone un importante problema ecológico en la mayoría de los países del mundo. ¿Por qué es contaminante? Porque las moléculas de agua de la atmósfera se mezclan con las emisiones tóxicas de dióxido de azufre y óxido de nitrógeno procedentes en su mayoría de actividades humanas.
Aunque también son emitidos por la naturaleza (por ejemplo, los volcanes en erupción o la vegetación en descomposición), estos gases que deterioran el medio ambiente provienen principalmente de tres fuentes: la quema de combustibles fósiles (carbón y petróleo) en centrales térmicas, la combustión de gasolina en vehículos de motor y de las operaciones de fundición de plantas que refinan minerales de metales no ferrosos.
Esos contaminantes que perjudican la calidad del aire regresan al suelo cuando llueve o nieva, acidificando los diferentes ecosistemas. El viento se encarga de transportarlos, lo que hace que este problema se extienda a numerosas zonas del planeta. Así, la acidez provoca daños en ríos, lagos, mares, océanos… poniendo en peligro la supervivencia de las especies que viven en ellos. Ese alto grado de acidez acaba con la vida de los peces y otros animales acuáticos, o altera su química sanguínea lo que afecta a sus ciclos de reproducción, entre otros procesos. Plancton, insectos, algas y otros alimentos de los peces también se contaminan, por lo que pueden llegar a ser escasos.
De igual manera, la lluvia ácida contamina los suelos y las raíces de tal manera que causa la muerte de árboles y plantas o los debilitan hasta el punto de que no crecen o no germinan. Selvas, bosques y cultivos agrícolas se ven perjudicados, con lo que eso supone para el resto de seres vivos del planeta.
Pero estos contaminantes no solo deterioran lo orgánico, también corroen la piedra y el metal o la pintura de monumentos y esculturas antiguas, edificios y otras construcciones.
Y, por supuesto, la lluvia ácida causa problemas en la salud humana, indirectamente a través de los alimentos (pescado, vegetales…) o directamente en las vías respiratorias, provocando o cronificando enfermedades como asma, neumonía o bronquitis.
Como principal productor y consumidor de carbón del mundo, China es uno de los países más afectados por la lluvia ácida y cuenta con una red que monitoriza este problema. Países vecinos como Japón, Corea del Sur e India culpan al gigante chino de la contaminación transfronteriza. Si bien su emisión ha disminuido en los últimos años, estos gases tóxicos también han convertido a la lluvia ácida en un gran problema en el este de Canadá y en el noreste de Estados Unidos. En Europa, afecta sobre todo a los ecosistemas de los países escandinavos y de Europa Central y Rusia.
Visto el desequilibrio ambiental que produce la lluvia ácida, para cuidar la Tierra y el bienestar global no queda más remedio que reducir las emisiones de los contaminantes que la originan. Y eso está, de una u otra manera, al alcance de todos, reduciendo el consumo de energía y optando por el transporte público.
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