Hoy se celebra, como cada 22 de marzo, el Día Mundial del Agua. Este elemento, tan necesario y tan descuidado, se ha acabado convirtiendo en algo escaso en muchas regiones del mundo por los malos hábitos de consumo y la falta de conciencia.
Naciones Unidas reconoció en el año 2010 el agua potable y el saneamiento como derechos humanos esenciales, “sin discriminación a disponer de agua suficiente, segura, aceptable, accesible y asequible a todo el mundo”. Desde la organización sostienen que “el agua es fundamental para el desarrollo socioeconómico, la energía y la producción de alimentos, los ecosistemas saludables y para la supervivencia misma de los seres humanos”.
A pesar de ello, los datos reflejados por la OMS y UNICEF en “Progresos en materia de agua potable, saneamiento e higiene: informe de actualización de 2017 y evaluación de los ODS” son preocupantes: tres de cada diez, lo que supone más de 2.000 millones de personas en el mundo, no tienen un servicio básico de suministro de agua potable en sus hogares. Además, seis de cada diez, alrededor de 4.500 millones de personas, no cuentan con un saneamiento seguro en sus casas.
Por ello, en este marco y no solo hoy, sino todos los días, hay que plantearse la necesaria reducción del consumo de agua potable. Concienciarnos y concienciar, mejorando los hábitos de vida personales y llevando a cabo un uso recomendado y sostenible de este líquido.
Con el fin de aportar su gota a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), MAPFRE destaca entre sus objetivos medioambientales la utilización de recursos de manera racional. Desde la aseguradora, conscientes de esta nueva y seca realidad, apuestan por una gestión integral y sostenible del agua en sus instalaciones, con la puesta en marcha de programas y medidas de gestión que permitan optimizar y reducir el consumo sin pérdida de confort.