La huella ecológica es un indicador clave para la sostenibilidad. Mide el impacto ambiental que la demanda humana hace sobre los recursos del planeta, y relaciona esta demanda con la capacidad de la Tierra para regenerar sus recursos.
En otras palabras, la huella ecológica sirve para medir y evaluar el impacto sobre el planeta de nuestra forma de vida, y compararlo con la capacidad de regeneración del planeta. Representa «el área de tierra o agua ecológicamente productivos (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos) e idealmente también el volumen de aire, necesarios para generar recursos y además para asimilar los residuos producidos por cada población determinada de acuerdo a su modo de vida, de forma indefinida» [Wikipedia].
Acciones que podemos realizar para reducir nuestra huella ecológica
La huella ecológica se puede medir a diferentes niveles o escalas: valorando el individuo (una persona), poblaciones (una ciudad, una provincia, un país…), o en diferentes comunidades (como las sociedades agrícolas, las industrializadas, etc.). De forma individual, podemos realizar algunas acciones importantes de cara a reducir nuestro impacto o, visto de otro modo, contribuir a un mundo más sostenible:
- Apuesta por la energía limpia, es decir, considerando la opción de contratar energía de origen renovable en nuestra compañía eléctrica. Cada vez son opciones más accesibles a los particulares, y el impacto ambiental es muy inferior al de las energías de fuentes convencionales.
- Ahorra energía. Es fundamental interiorizar la necesidad del ahorro energético en el hogar, en todos los frentes: desde la electricidad, pasando por al gas natural o el agua. Existen multitud de maneras de contribuir con nuestro granito de arena a reducir este gasto.
- Utiliza el transporte público, la bicicleta o camina siempre que sea posible para tus desplazamientos. Si se puede evitar el uso de los vehículos particulares estaremos reduciendo en cierta medidas las emisiones contaminantes, dado que, cada vez más, el transporte colectivo es más respetuoso con el medio ambiente.
- Reduce, recicla, reutiliza y trata de extender la vida útil de tus cosas. Reducir significa no acumular más cosas de las que necesitamos; reciclar es dar una segunda vida a una gran cantidad de materiales, reduciendo la huella de carbono en el proceso
- Consume alimentos locales y de temporada. Con esto contribuimos a aumentar el consumo local y, por tanto, a depender menos de alimentos que deben recorrer miles de kilómetros en transporte para llegar a nuestra mesa. Reducir el consumo de carne también contribuye a
- Planta un árbol. A veces, un tópico, pero en realidad es un acto mediante el cual estamos devolviendo al medio ambiente aquello que le quitamos o, visto de otro modo, contribuimos a plantar un filtro de CO2 que solo puede beneficiar al planeta.
Como vemos, son pequeñas acciones cotidianas que, de forma individual, no van a cambiar las cosas, pero si agregamos el esfuerzo de millones de individuos, podremos, entre todos, mejorar nuestra relación con el planeta y reducir en la medida de lo posible el cambio climático.
Imágenes | RawPixel