Primero, lo primero: ¿qué es un coche de propulsión? Es el mal llamado coche de tracción trasera. Lo cierto es que es algo muy extendido entre la sociedad, pero si somos estrictos, un coche de tracción es el que «tira desde las ruedas delanteras», y el de propulsión es el que «empuja desde las ruedas traseras». Podemos hablar de tracción trasera, si nos sentimos más cómodos, pero la cuestión es ¿son peligrosos los coches así?
Nos encontramos con un nuevo mito de la conducción. Se suele decir que un coche de propulsión es peligroso por su propia naturaleza, ya que en una situación resbaladiza podemos conseguir que las ruedas traseras patinen y salirnos de la carretera. En realidad, como todo mito, tiene gran parte de mentira, pero algo de verdad.
¿Por qué es un mito?
Partiendo de los dos tipos de «tracción» (no hablaremos aquí de la tracción integral), un coche puede «perder» adherencia en el tren trasero o en el tren delantero independientemente de dónde transmita la potencia la transmisión. Lo que ocurre es que se puede incrementar esa pérdida de adherencia «gracias» a la tracción. Lo explicamos de otra forma.
Los neumáticos mantienen al coche en contacto con la calzada, y lo harán mientras las fuerzas que se aplican sobre ellos no superen a la adherencia. Cuando esas fuerzas superan a la adherencia, entonces sentiremos un derrape, ya sea acelerando, frenando o girando. Si los neumáticos que patinan son los delanteros (frenando, o girando a la vez que frenamos), el coche tenderá a seguir recto, sin girar.
Si los que patinan son los traseros, la parte de atrás del coche tenderá a seguir por su cuenta, iniciando un trompo. En ambos casos es posible controlar esos efectos indeseados, y se hace de la misma forma: suavizando la presión sobre el acelerador para el caso de pérdida de adherencia delantera, y controlando con el volante (y algunas cosas más) para el caso trasero.
Dónde se aplique la potencia afecta a la intensidad de esos efectos. Lo que pasa es que hoy en día los coches llevan muchos controles electrónicos tanto de estabilidad, como de tracción, ABS y otros. Lo que ocurría en el pasado es que los coches de propulsión muy potentes podían ser difícilmente controlables por conductores no acostumbrados a sus reacciones.
En el caso de los coches de tracción, perder el tren delantero también era algo peligroso, pues pensemos que perdemos de golpe la capacidad de girar.
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