Alrededor de un 30% de los conductores en España, la mayoría (75%) mujeres, padecen amaxofobia, una enfermedad en la que se siente un miedo irracional a conducir. Se trata de un porcentaje preocupante, porque pueden sufrir una crisis de ansiedad en plena conducción y poner en riesgo su vida y la de otras personas. Incluso, en casos extremos, dejan de ponerse al volante.
Para superar esta fobia, los expertos recomiendan iniciar una terapia psicológica en la que el conductor se enfrenta al problema a través de distintas técnicas, entre ellas, la de exposición controlada y gradual; es decir, que el afectado circule con su propio vehículo como parte del tratamiento.
En esta época en la que no nos desprendemos del móvil en todo el día, no es de extrañar que surjan iniciativas que recurren a la tecnología para facilitar terapias, como el proyecto DAICRAC (Desarrollo de una Aplicación Informática para la Conducta de Riesgo y Amaxofóbica en la Conducción). Ideado por investigadores, psicólogos y expertos de la Universidad de Salamanca, trata la amaxofobia con distintas técnicas psicológicas pero a través de una plataforma online y una app. Aborda esta conducta mediante coaching, mindfulness y la programación neurolingüística (PNL), una disciplina que reprograma la mente para comunicarse de manera acorde con nuestros pensamientos y acciones.
Así, tanto a través de internet como de la aplicación, la persona amaxofóbica accede a varios módulos con vídeos, ejercicios y tests de autoevaluación. “El objetivo principal es mejorar la conducción de aquellas personas que presentan conductas amaxofóbicas, pero también va dirigido a quienes tienen interés en ponerse al volante de manera más eficiente y relajada”, explica José Carlos Sánchez, uno de los investigadores del proyecto.
La plataforma PSIOUS es otro ejemplo de cómo las últimas tecnologías integran el tratamiento de la amaxofobia (y otras fobias), en este caso mediante realidad virtual. El uso de las gafas de realidad virtual facilita la ejecución de ejercicios de relajación, así como simular la conducción en distintos entornos.
Pero independientemente del tratamiento utilizado, el primer paso para afrontar este trastorno es reconocer que se padece y proponerse superarlo. Como en cualquier otra fobia, si no existe un deseo real de lograrlo, difícilmente se conseguirá el objetivo.
Foto: Danilo Urbina