Las grandes ciudades y la congestión de tráfico son las dos partes de una simbiosis que nos perjudica a nosotros, como conductores o como simples pasajeros en un transporte público o privado. Las razones de la congestión del tráfico son muchas, pero una de las más importantes es que entrar en los centros de las ciudades «es gratis».
Este «gratis» significa que utilizamos el coche para ir al trabajo porque no nos supone un coste extra de manera individual, pero cada coche que se pone en la carretera aumenta el «coste» asociado a la congestión: si el tráfico es lento nos cuesta tiempo, nos perjudica el estado de ánimo, etc. Somos nosotros los que ponemos un «coste por congestión«, normalmente en especie, pero también en euros.
Si no hay incentivos para los conductores, seguirán llevando sus coches de casa al trabajo, y la congestión no tendrá solución. Si existen incentivos negativos, se puede «convencer» a un conductor de que ese día es mejor no coger el coche y utilizar el transporte público. En todo hay un equilibrio, y no sería una solución si de repente todo el mundo deja su coche y opta por el servicio público: no daría abasto.
En este estupendo y extenso artículo se discute desde el punto de vista económico cuál sería la mejor opción para eliminar la congestión de las ciudades. La respuesta es que, desde ese punto de vista teórico, un peaje sería lo mejor: los conductores pagarían en función de la cantidad de tráfico en ese momento, y por tanto poco a poco tendrían el «incentivo» suficiente para no utilizar su coche.
Claro que, en realidad, un peaje es una solución agresiva para las personas, no gusta. Es una medida que favorece «al que tiene» y perjudica a los que tienen un poder adquisitivo más bajo. Sería deseable ver una reinversión efectiva de esa recaudación en algo tangible, como una bajada de los precios del combustible o algo que redunde en el beneficio directo de quien paga y usa las carreteras.
Como medida sin sensibilidad social, es la mejor: si no paga, el conductor no puede acceder con su vehículo donde desee. Sin embargo, la mejor solución para evitar la congestión sería potenciar el transporte público con solidez, y posiblemente una solución intermedia podría ser muy beneficiosa: un peaje fijo, pero asequible, que redunde en el transporte público como medio de bajar su coste y aumentar su frecuencia.