Los coches eléctricos son el futuro de la automoción, o eso parece, pero mientras no sean un producto al alcance de un gran número de potenciales usuarios, tendrán un largo y duro camino por recorrer. En primer lugar, si el mercado es pequeño, sus precios unitarios serán altos; en segundo lugar, existen dudas sobre su beneficio real para el medio ambiente, y en tercer lugar, hasta el momento su autonomía entre dos cargas de batería, es reducida.
Por fortuna, el primer punto se soluciona con el tiempo, como pasa con todas las novedades tecnológicas; el segundo punto es bastante discutible, y el tercero está en vías de ser solucionado, con el «engorde» sustancial de dicha autonomía a corto plazo. Lógicamente, esto significa que los coches eléctricos empezarán a ser más atractivos para más personas, porque la autonomía es el problema número 1 a la hora de plantearse uno la compra.
Para los fabricantes de coches eléctricos, el objetivo es llegar a un público más amplio, y por eso, muchos de ellos se plantean el 2017 como el año clave para que salga al mercado un modelo asequible al gran público, y con una autonomía, digamos, decente. Un objetivo razonable es poder ofrecer un modelo eléctrico completamente por unos 30.000 dólares después de impuestos, algo más de 28.000 euros al cambio.
Tal y como reflexionan en Xataka, para un modelo eléctrico (ya sea de Ford, como es el caso, o cualquier otro fabricante que se plantee entrar en ese mercado):
Su verdadero obstáculo para convencer y alcanzar el mercado de forma masiva es la autonomía, que se ha marcado por encima de los 300 kilómetros como logro a conseguir. Además, la carga de sus baterías debería acogerse al sistema más rápido posible para que repostar como si fuera combustible fósil sea casi una realidad.
La problemática de este tipo de coches gira siempre en torno a la autonomía, y a la rapidez con la que podamos recargar la batería. Es su verdadero handicap, aparte del precio, ya que la comparación con los motores de combustión es inmediata. Mientras un coche con motor diésel, por ejemplo, puede recorrer casi 1.000 km con un depósito que se llena en menos de un minuto, actualmente los eléctricos recorren unos 150 a 200 km con una carga que tarda del orden de horas para conseguir la carga máxima.
El reto es no solo aumentar la capacidad de las baterías, sino encontrar el método de carga rápida más eficiente para así lograr un producto atractivo, y para todos los bolsillos. Es un gran reto, pero la solución parece estar bastante más cerca, y 2017 será un año clave para estas tecnologías.