Una industria como la del automóvil vive en estos días una revolución sin precedentes gracias a la presencia de la tecnología. Si durante décadas los cambios más relevantes fueron la introducción progresiva de los sistemas de seguridad (activos y pasivos), hoy la tecnología es el máximo exponente de un cambio tan necesario como imparable.
Los coches eléctricos, híbridos y autónomos forman un panorama de futuro excepcional con muchos ejemplos en el mercado, y a pesar de que aun nos queda tiempo para ver a los coches autónomos recorriendo las ciudades y las carreteras, los primeros ejemplos de pruebas ya han sido protagonistas.
La pasada semana se celebró en Madrid el XXIV Foro de la Automoción, y su objetivo principal era el de preguntarse algo que, a priori, parece complicado de responder: ¿cómo serán las empresas del automóvil en 2025? En menos de diez años, estas empresas serán completamente diferentes si se quieren adaptar a la realidad de entonces.
La tecnología, principal catalizador de una revolución necesaria
Hace unas pocas décadas, el automóvil definía la tecnología, es decir: el automóvil pedía cierta tecnología a medida que la necesitaba, como por ejemplo, la conectividad a través del móvil o los navegadores y ordenadores de a bordo.
Hoy, la industria tecnológica hace posible el coche autónomo y guía los desarrollos de esos automóviles, desde los materiales hasta los motores, pasando por sus dimensiones e incluso los neumáticos que necesita.El coche autónomo, que también es conectado, incorpora toda una serie de sensores (láser, LIDAR, radar) y actuadores mecánicos y electrónicos que hacen posible esa autonomía prescindiendo de un conductor humano.
Estas necesidades tecnológicas espolean los desarrollos de sistemas de procesamiento de Big Data y el Internet de las Cosas, imprescindibles ambas para hacer posible una comunicación efectiva entre coche e infraestructura, coche a coche, y del coche hacia (y desde) Internet.
Las TIC, la Administración y los clientes cambiarán, y así cambiará el automóvil
Las necesidades descritas impactan directamente en el panorama de las TIC (como desarrolladoras de tecnología), en el papel de la Administración (como reguladora legal en términos de seguridad y protocolos, y la ley de Tráfico), y en el perfil de los clientes (en la venta y postventa de los vehículos).
Todos estos actores se adaptarán al nuevo escenario y, a su vez, le darán forma. En el caso de los clientes, pasarán de basar su compra en aspectos mecánicos del coche a otros aspectos, como la eficiencia, la seguridad y los servicios, llegando incluso al caso de que esos clientes no serán, probablemente, propietarios de un vehículo.
La evolución de la movilidad urbana
La movilidad urbana cambiará para siempre, y ya lo está haciendo. Multitud de empresas nuevas están poniendo en práctica otros modelos de movilidad sostenible para aquéllas personas que no desean ser propietarias de un vehículo, pero que lo necesitan.
Bla bla Car, Car2Go y otras empresas proponen modelos en los que el conductor o el ocupante comparten un vehículo, o bien modelos en los que uno paga por el tiempo de uso del vehículo. En esa tesitura, la industria del automóvil se adaptará en todos los aspectos, desde la venta de vehículos (que se prevé siga creciendo aunque sea a menor ritmo), hasta sobre todo la postventa, esa relación con sus clientes que asegurará el éxito a largo plazo.
Son muchos los retos en poco tiempo, pero como conclusión se puede decir que más que una reacción, la industria del automóvil está dispuesta a vivir una completa revolución.