Bien para evitar atascos o los calores diurnos, algunos conductores prefieren viajar de noche. Otros, sin embargo, optan por el día cuando la visibilidad es mayor y están más descansados. Según la DGT, casi la mitad de los accidentes se producen de noche y el riesgo de sufrir uno es tres veces mayor, ya que se pierde agudeza en la vista, disminuye el campo visual y los obstáculos y otros elementos de la carretera se ven peor. Por esto, el tiempo de reacción del conductor ante un incidente es mayor, sobre todo cuando se conduce a gran velocidad.
En la oscuridad, las luces largas de otros coches que se aproximan pueden llegar a deslumbrar y cegar temporalmente. Y cuidado con la presencia de animales domésticos o salvajes en la vía, ya que corres el riesgo de atropellarlo y chocar con él. A estas horas es mucho más probable que entre el cansancio, que puede desencadenar quedarse dormido al volante, con el peligro que eso supone para uno mismo y los demás conductores. La fatiga altera la visión, la audición, las sensaciones corporales, el comportamiento y la toma de decisiones, advierte la DGT, que calcula que está relacionada con un 20-30% de los accidentes de tráfico.
Otro factor de riesgo clásico durante la noche: los conductores ebrios y/o drogados. El año pasado, fallecieron 275 personas en las carreteras españolas por conducir bajo los efectos de alcohol y drogas, según el Instituto Nacional de Toxicología. “El 43,1% de los conductores fallecidos durante 2015 habían consumido alcohol, drogas o psicofármacos, según las conclusiones de la “Memoria 2015 sobre la incidencia de alcohol, drogas y psicofármacos en accidente de tráfico”, presentada por la DGT.
En este contexto tan “hostil” para los conductores, la primera recomendación de los expertos consiste en adaptar la velocidad al campo de visión para que, ante un obstáculo, dé tiempo a reaccionar y así poder parar dentro de la zona iluminada por las luces delanteras. De igual manera que de día, se debe mantener la distancia de seguridad para evitar la colisión al frenar.
Al atardecer ya es hora de encender las luces de cruce para ser visibles a los demás. Ya entrada la noche, activa las largas solo cada vez que necesites ver una zona más amplia de la carretera y siempre que no suponga deslumbrar a nadie. Asegúrate de que no llevas puestas estas luces de gran alcance sino las cortas, cuando te cruces con otro coche de o cuando vayas detrás de otro vehículo. Para tener la máxima visibilidad, los faros y los cristales siempre limpios. En el interior, si es posible, no enciendas las luces, porque se ve peor el exterior. Para evitar el reflejo de los faros y ser deslumbrado, no mires directamente las luces sino ligeramente hacia la derecha.
Un bostezo, caída involuntaria repentina de los párpados o cualquier otro síntoma de sueño y fatiga indican que debes parar a descansar inmediatamente. De noche, siempre se debe parar más veces que de día porque conducir en la oscuridad cansa más. Para estar más despierto, una alternativa son las bebidas con cafeína (y, por supuesto, ni una gota de alcohol).
Si siempre hay que estar alerta al volante -porque cuando vas distraído o pensando en otras cosas es cuando en unos segundos tienes un accidente- de noche todavía más. Por eso, conduce con más atención a la carretera y mira con más frecuencia los espejos retrovisores.
Foto: Stefano