La edad del automóvil es ya bastante respetable, nada menos que 130 años han pasado desde que Karl Friedrich Benz se presentó en 1886 con el modelo Benz Patent-Motorwagen, en Mannheim. Es posible que sea el primer automóvil con motor de combustión interna completamente funcional, aunque es lógico pensar que antes de ese hubo muchos intentos, y de hecho podemos encontrar artefactos a vapor una década antes, funcionales y recorriendo grandes distancias.
En aquéllos tiempos los automóviles eran la evolución lógica del carruaje tirado por caballos: «transportes» con cuatro ruedas que en vez de tracción animal, disponían de un ingenio mecánico alimentado por combustible, capaz de mover las ruedas y, por tanto, transportar personas más tiempo, más lejos… aunque no es seguro que más cómodos. A partir de la década de 1910 se empiezan a ver modelos de coche propiamente, cuando el Ford modelo T se hizo realidad y la cadena de montaje revolucionó el mundo para siempre.
El recorrido desde aquéllos primeros años hasta la década actual es francamente sorprendente. Podemos pensar que seguimos anclados en coches anticuados, hace 30 pensamos que veríamos otro tipo de vehículos rodando por las calles (y seguramente hace 50, 60 o 70 años era común pensar que serían coches voladores), pero la tecnología nos ha dado grandes satisfacciones desde los primeros y toscos modelos de motor de combustión, altamente ineficientes, con poca autonomía, muy sucios y muy poco potentes.
Hoy en día tenemos motores de gasolina muy compactos, pequeños, turboalimentados, muy eficientes y potentes, que a la vez gastan muy poco combustible, son más amables con el medio ambiente y apenas son audibles desde el puesto de conducción; disfrutamos de la seguridad de los sistemas activos y pasivos, incluso disponemos de tecnología espacial al servicio de la seguridad en el coche; los coches de hoy no tienen nada que ver con los de hace 100 años, salvo en el concepto que representan: movilidad.
Algo que sí compartimos con el siglo pasado es la admiración, en cada época, por un modelo en concreto, un icono, un símbolo que marca a los entusiastas. El primero fue el Ford T, pero seguro que puedes reconocerlos todos en este fabuloso y nostálgico vídeo sobre la evolución del automóvil (debemos aclarar que se trata del automóvil en los EE.UU, aunque todos sabemos que hay más mercados en el mundo) durante 100 años.
No solo nos fijamos en los coches en sí y cómo han cambiado por dentro y por fuera, sino que esos cambios van de la mano con una evidente evolución en el estilo de vida y la imagen personal. Sin duda, un documento muy curioso.
Vía | Autobild
Foto | cete