La ley de pensiones de 2011, elaborada por el anterior Gobierno, ha supuesto la mayor reforma del sistema desde hace más de dos décadas. Unos cambios con el objetivo puesto en la sostenibilidad financiera, adaptados a la mayor longevidad de los españoles.
Jubilación a los 67 años, 37 años de cotización para recibir el 100 % de la pensión y cálculo de la base reguladora con los últimos 25 años de cotización fueron las principales medidas acometidas en esa ley. Ahora, acaba de ser completada con los últimos (y decisivos) cambios: una nueva forma de actualización, que probablemente ya este año hará que el poder adquisitivo de los pensionistas disminuya, y el factor de sostenibilidad con el que, a partir de 2019, se adaptará la cuantía de la pensión de los nuevos jubilados a la esperanza de vida en el momento de retirarse. ¿Eran medidas necesarias?
Pues según los expertos, sí. De no llevarlas a cabo, peligrarían las pensiones de los futuros jubilados porque se espera que para 2050 un tercio de los españoles sean mayores de 65 años. La nueva forma de actualizar las pensiones ahorrará ya este año mucho dinero al sistema. La mayor longevidad supondrá menos ingresos porque habrá menos trabajadores en activo, a la vez que mayor gasto porque habrá más personas cobrando pensión de jubilación.
Sin embargo, estos cambios resultan insuficientes para algunos expertos de la Fundación de Estudios Financieros y el Círculo de Empresarios, como plasman en el libro «Pensiones: una reforma medular». Abogan por acometer reformas estructurales, con un sistema de pensiones mixto (público y privado), como el adoptado en Suecia, basado en «cuentas nocionales».
¿En qué consisten estas reformas?
Sin renunciar al sistema de reparto en el que por solidaridad intergeneracional los cotizantes pagan las pensiones de los jubilados, con las cuentas nocionales cada trabajador recibe en la jubilación según lo que haya aportado a la Seguridad Social durante toda su vida laboral. Cuando llega el momento de la jubilación recibe una prestación en función de lo acumulado en su cuenta nocional, del tipo de interés aplicable a sus aportaciones y de la esperanza de vida. De esta manera, el trabajador se jubila a la edad que más le interesa en función de su contribución al sistema o sus circunstancias personales. Y puede saber de forma bastante aproximada cuánto va a cobrar al retirarse.
Con las cuentas nocionales, además de asegurar la sostenibilidad del sistema y que la cuantía de las pensiones sea suficiente, se pasaría de una sistema de prestación definida a uno de aportación definida, que es más justo. Para los expertos favorece la equidad, algo que actualmente no se logra porque la pensión depende del régimen de la Seguridad Social en el que cotices, el número de años cotizados y la edad de acceso a la jubilación.
Independientemente de si se acometen más reformas en el sistema de pensiones, «aquellos trabajadores que deseen mantener unas pensiones dignas pasará por destinar una mayor parte de sus ahorros a la jubilación mediante el ahorro privado, ya sea de forma obligatoria porque así lo establezca el sistema de pensiones público de su país, o de forma voluntaria, como complemento de la pensión pública de jubilación«, concluye el estudio.
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