Las criptomonedas están muy de moda, sobre todo Bitcoin. Esta moneda virtual basada en la tecnología blockchain ha tenido en 2017 un año muy movido, arrancando en el pasado mes de enero con un cambio de 998 dólares (USD) por bitcoin y cerrando el diciembre elevando espectacularmente la cifra a los 14.166 dólares (USD).
Compra-venta y riesgos en las transacciones
Un inversor dependerá de las diferentes plataformas online con las que se puede operar para comprar y vender criptomoneda. Estas plataformas funcionan bien en condiciones normales, pero cuando la demanda de transacciones aumenta (como lo ha hecho en este último año) el riesgo de sobrecarga en los servidores aumenta también exponencialmente.
Además, la popularidad de bitcoin y las ganancias potenciales atraen a los ciberdelincuentes como la miel a las moscas. Esto significa que las principales plataformas de intercambio están en su punto de mira, que las atacarán e intentarán hackear para obtener beneficios. Y esto juega en contra de cualquier inversor interesado en canjear sus monedas virtuales en dinero real.
Para vender bitcoins existen dos vías principales y un montón de problemas potenciales. Se puede vender mediante plataformas de intercambio o bien de manera directa, aunque en ambos casos la transacción se realizará a través de webs. Esas plataformas on line pueden estar saturadas, bajo ataque o simplemente operar más lento de lo normal por cualquier causa. Esto implica que si el valor de bitcoin fluctúa rápidamente (como lo hace a día de hoy), el lapso de tiempo entre que iniciamos una venta y el momento en que se hace efectiva puede ser tan grande que ganemos o perdamos cientos de euros sin poder hacer nada por evitarlo. Y lo más probable es que perdamos.
Además hay que sumar otro efecto adverso, y es que las transacciones están limitadas en las principales plataformas de intercambio, como puede ser Coinbase. Los límites de compra y venta (impuestos para proteger las cuentas) varían cada semana y pueden ser muy bajos, por ejemplo de 2.500 dólares. Esto significa que un inversor que tenga en cartera más de esa cantidad deberá hacer más de una transacción para recuperar su dinero.
El último escollo es el fee que se paga al minero de bitcoin (que procesa las transacciones y aseguran la red usando un hardware especializado) al efectuar una transacción. Esta cantidad de dinero (la comisión, por así decirlo) también varía mucho (aquí se puede ver su evolución durante los últimos tres meses) y en ocasiones podría ser mayor que el importe rescatado, si el inversor es muy modesto.
6 respuestas a La otra cara de bitcoin