Cuando hablamos de ahorro y niños, muchas veces pensamos en cómo enseñar a ahorrar a nuestros hijos. Sin embargo, hoy veremos cómo podemos ahorrar nosotros para su futuro diseñando una cartera de inversión adecuada para ese fin.
En realidad, no es algo muy complejo. Tan solo hemos de ser cuidadosos a la hora de diseñar la estrategia de ahorro y asegurarnos de que podremos mantenerla durante todo el tiempo que sea necesario. Disponer de un dinero ahorrado para cuando lleguen a la mayoría de edad es un buen regalo para ellos y un respiro para nuestra economía futura, sobre todo si empiezan a cursar estudios universitarios.
¿Cómo ahorramos y dónde metemos el dinero?
La primera pregunta es importante porque de ella depende el resultado final del ahorro. Elegir el producto más adecuado para un ahorro a largo plazo es lo principal, ya que hablamos de un plazo estimado de 10, 15 años, quizás más (dependerá de cuándo comencemos el ahorro). Además, hay que determinar si seremos capaces de mantener un nivel de ahorro constante en el tiempo.
La mejor opción para diseñar la cartera de inversión es irse a productos de renta variable, sobre todo si empezamos con el ahorro antes del primer año de vida de los niños. Los depósitos o las inversiones en capital inmobiliario no son buena idea en estos casos por su escasa rentabilidad.
Esto es así porque el perfil de riesgo al invertir desde muy corta edad es alto, es decir, se asume mucho mejor un alto riesgo. Además, al ser un ahorro a largo plazo tendremos margen de maniobra para reaccionar si, por algún motivo, cae la rentabilidad por debajo de lo esperado.
Como orientación inicial, los productos de inversión que sacan rendimiento de macrotendencias a largo plazo son los más indicados. Las nuevas tecnologías, productos relacionados con el envejecimiento de la población o el aumento de la esperanza de vida son ejemplos válidos.
En cuanto a la rentabilidad que podemos buscar, un porcentaje en torno al 7% anual para un plazo de 18 años sería un objetivo ideal. Es algo que dependerá mucho del riesgo que queramos asumir, como es lógico, y aunque nos decantemos por algo mínimo, será fácil obtener aun así rentabilidades más interesantes que las que ofrece una cuenta de ahorro infantil.
Por último, si empezamos con el ahorro antes de que cumplan los tres años, la mejor opción es una cartera íntegra de renta variable con una parte importante en bolsa, mientras que si el inicio del ahorro es más tardío (sobre los ocho años, por ejemplo) optaremos por un menor porcentaje de bolsa en favor de productos mixtos.
A medida que pase el tiempo, esta cartera deberá ir cambiando y rebajando el nivel de riesgo, reduciendo el porcentaje de renta variable e introduciendo más productos mixtos y de gestión alternativa. Lo ideal es que, cuando llegue el momento de cederles los ahorros, ellos mismos puedan continuar con la gestión de la cartera. En esos casos puede ser muy conveniente recurrir a profesionales que nos asesoren sobre los pasos óptimos a seguir.