Mientras el desarrollo de los coches autónomos sigue su curso, todavía hay escollos de importancia que solucionar para garantizar que los vehículos que no precisen de intervención humana puedan lidiar con cualquier situación. La realidad es que, a día de hoy, se cree que los coches 100% autónomos no podrían solucionar con éxito todas las eventualidades posibles en la carretera.
Una de las más problemáticas sobre el papel es la de una zona en obras. En una zona en obras, la señalización interferiría con lo que el propio vehículo espera, y se generaría confusión. De hecho, la variabilidad entre diferentes señalizaciones por obras lo haría todo más complicado, así que habría que idear soluciones que permitiesen a los coches gestionar una zona de este tipo… o bien confiar en algún tipo de guía humano.
¿Qué hace a una zona de obras un caos para un coche autónomo?
Existen varias formas (teóricas y prácticas) de conseguir que un coche autónomo siga un camino real. Identificar las marcas viales y las líneas que separan los carriles es una de las más “sencillas”, y entre otros sistemas de seguridad la utiliza el de alerta por cambio de carril involuntario: cuando la cámara dedicada a ello detecta que rebasamos una línea sin razón aparente, avisa.
Para el coche autónomo, seguir esa pista es útil siempre que no cambien las condiciones de luz o brillo sobre la carretera. El simple hecho de que llueva puede confundir dichas lecturas y se necesitan sistemas complementarios que, valga la redundancia, complementen la información.
Otra opción para que el vehículo autónomo sepa por dónde circular viene de los mapas detallados de la zona. La parte mala de este método es que no es viable que un coche disponga de mapas de todo el mundo. La comunicación de la infraestructura con el vehículo es una opción interesante y está en desarrollo e investigación (igual que los protocolos de comunicaciones necesarios), porque permitiría plagar las carreteras de balizas que indiquen en todo momento qué sucede en el camino, y por dónde hay que conducir.
En una zona de obras, cualquier cambio inadvertido en cualquiera de estos sistemas podría provocar el caos: el cambio de color de las líneas del pavimento es una buena opción, si se hace bien; los mapas ayuda… si se actualizan rápidamente; y las balizas serían la mejor opción, si estuviese disponible. Es más, si en diferentes zonas se utilizan métodos de señalización diferente, se puede entender la complejidad de este asunto.
Entonces, ¿necesitamos un humano que nos guíe?
Este es un problema real, y se entiende mejor si recordamos que este tipo de vehículos 100% autónomos podrán ser utilizados por personas que no puedan (físicamente) conducir, y también que serán empleados como vehículos de reparto. En ese caso, ni siquiera la opción de control humano es viable.
Las opciones no son pocas, pero una de las más interesantes sería la de que el coche autónomo conecte con un centro de atención especializado que guíe el vehículo fuera de la zona problemática. Eso sí, de nuevo se abriría la cuestión de la escala: ¿funcionaría bien cuando estos vehículos estén por todas partes?
Vía | WIRED