España entró ya de lleno en las fases de la desescalada del confinamiento por COVID-19. Estas fases nos llevarán a todos a una progresiva vuelta a la normalidad, ampliando poco a poco la lista de acciones permitidas y permitiéndonos volver a ver a los nuestros, reunirnos en familia y tantas otras cosas.
Pero para poder afirmar que estamos seguros y, sobre todo, tratar de que no se dé el caso de un rebrote de la COVID-19, es necesario medir y comprobar eficazmente que se respeta el distanciamiento social. Para ello, las tecnologías que forman parte del ecosistema de las smart cities (ciudades inteligentes) pueden tener mucho que decir.
La realidad es que se han aplicado medidas de distanciamiento social en todo el mundo para reducir la propagación de la COVID-19. Un grupo de investigadores de la Universidad de Newcastle ha desarrollado un método para rastrear los movimientos urbanos. El objetivo: entender si se cumple con el distanciamiento social y si este es efectivo.
Su investigación sirve además para demostrar cómo las smart cities pueden prepararse mejor para futuras crisis.
Medir los movimientos de personas y coches para entender el distanciamiento
La utilidad de los sensores de movimiento desplegados por las ciudades es múltiple, pero en estos momentos está claro: medir los movimientos de personas y vehículos para entender cómo se está gestionando la distancia social necesaria.
El Observatorio Urbano de la Universidad de Newcastle utiliza miles de sensores y acuerdos de intercambio de datos para observar el movimiento en la ciudad, desde el tráfico y el flujo de peatones hasta la congestión, la ocupación de aparcamientos y los rastreadores GPS de autobuses.
Analizando más de 1.800 millones de piezas de datos individuales y otras fuentes con algoritmos de deep learning encontraron que el movimiento peatonal se redujo en un 95% en comparación con el promedio anual a partir del inicio de la cuarentena.
En cuanto al movimiento de vehículos, el tráfico se redujo a un ritmo mucho más lento hasta llegar a cerca del 50% del promedio anual a principios de la primera semana de cuarentena.
Todo esto está muy bien, pero ¿cómo se puede saber si se mantiene la distancia requerida? Gracias a la visión por computador y el procesamiento de imagen. A partir de diferentes cámaras públicas, tanto de seguridad como de tráfico, los algoritmos pueden identificar las distancias entre personas y etiquetarlas mediante un código de colores (manteniendo su anonimato).
De esta manera, se pueden identificar cuellos de botella en los que sea difícil mantener dicha distancia social, y poner en marcha acciones para no poner en peligro a los ciudadanos. También revela cómo se adaptan los ciudadanos a medida que se imponen o se levantan las restricciones.
Las smart cities utilizan la tecnología para mejorar la eficiencia de las diferentes áreas de la ciudad, ya sea la gestión de la energía, los residuos, el agua o el tráfico. Esa misma tecnología de comunicaciones sirve para habilitar la telemedicina para todos los ciudadanos.
Gracias a ella, y a partir de los aprendizajes a raíz de la crisis actual por la COVID-19, las smart cities pueden estar mejor preparadas que nunca para futuras pandemias, entre otras cosas.