Ya han pasado cuatro años desde que la Organización de Naciones Unidas (ONU) se propusiera reducir la cantidad de alimentos que se desperdician en el mundo, cuya cifra se sitúa en 1.300 millones de toneladas y contrasta con los casi 2.000 millones de personas que padecen hambre y desnutrición.
Esta situación se hace aún más insostenible si tenemos en cuenta que la producción de esos alimentos que se desperdician provoca el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
Es por ello que los países que más comida tiran a la basura se hayan puesto manos a la obra para paliar este problema. Un ejemplo son los estados europeos, continente que genera el 14% de los alimentos desperdiciados en el mundo. En la gran mayoría de ellos se está trabajando tanto con medidas gubernamentales como con innovaciones tecnológicas para frenar una tendencia que no es tan fácil de parar. Y es que, en según el VI Observatorio Nestlé sobre Hábitos Nutricionales y Estilos de Vida de las Familias que esta compañía ha realizado en un país como España, el 65% de las personas son conscientes de que han de reducir la cantidad de comida que tiran, aunque eso sí, el 31% no sabe cómo hacerlo.
Es en este escenario donde la tecnología tiene mucho que decir y en el que los investigadores deberán trabajar para aprovechar los últimos avances en esta lucha para hacer más racional la alimentación de los países que más desperdician.
Desde inteligencia artificial a IoT
Más allá de las mejoras tecnológicas y energéticas que propicien una agricultura y ganadería capaces de reducir las emisiones de gases a la atmósfera, se está trabajando con tecnologías que ayudan en el día a día tanto a los consumidores privados, como a los negocios de restauración y comercialización de alimentos. Ejemplos hay muchos, pero podríamos detenernos en cómo internet de las cosas y el big data están ayudando en el cometido de reducir los alimentos desechados.
En este sentido, ambas tecnologías caminan de la mano, pues resulta tan importante conseguir datos como ser capaces de analizar toda la información recabada. ¿Y para qué se puede emplear? Como se ha apuntado, las opciones son muy variadas. Algunos ejemplos destacados que podemos encontrar son los siguientes:
- Mejora en el transporte y distribución de los alimentos. Desde que estos salen de sus centros de producción hasta que llegan a su destino transcurre un tiempo que ha de optimizarse tanto para reducir los gastos (e indirectamente la huella ecológica), como para que el alimento llegue más fresco y mejor al consumidor final. Para lograrlo, las empresas utilizan sensores que mejoran tanto la logística como esa cadena de suministro.
- Los datos que genera cada negocio también son importantes para que esa logística sea más eficiente. En este caso, la tecnología ayuda a que los pedidos resulten más efectivos. Por ejemplo, un proveedor sabrá lo que un restaurante necesita de antemano, evitando así que se derroche comida que terminará en la basura y evitando el transporte de alimentos que no son necesarios.
- Aplicaciones para no derrochar alimentos. De un tiempo a esta parte se han puesto en marcha aplicaciones móviles destinadas a evitar que se desperdicie comida. Así, las hay que avisan a los usuarios de productos que están a punto de caducar o cuyos envases presentan algún desperfecto (que no afecta al interior) y que pueden adquirir más baratos (algunas de las más conocidas son yonodesperdicio.org, Too good to go, Nice to eat you o Soy comida perfecta) . En este campo también se está trabajando para que los negocios de restauración puedan avisar a organizaciones sin ánimo de lucro para que recojan los alimentos que van a ser desechados.
- Inteligencia artificial en el envasado. Otra opción de cómo la tecnología ayuda a evitar el desperdicio de alimentos pasa por mejorar el envasado y almacenamiento de alimentos. Un buen ejemplo de ello la encontramos en la compañía Tetra Pak, que cuenta con un sistema que saca fotos a los envases en la línea de producción para reducir los fallos y evitar que lleguen en mal estado al establecimiento de venta, donde terminarán desechados.
- Big data en la producción de alimentos. Esta práctica la lleva a cabo la compañía DVNutrition, dedicada a la fabricación de proteínas de suero, con tecnología de Microsoft, de modo que mediante un análisis predictivo de los datos son capaces de ralentizar o detener la producción de acuerdo con la capacidad de almacenamiento, evitando así la sobreproducción y, por consiguiente, el desperdicio.En definitiva, la tecnología se antoja clave para frenar el desperdicio de alimentos en todo el mundo, reducir la huella ecológica y racionalizar los procesos de producción.
En definitiva, la tecnología se antoja clave para frenar el desperdicio de alimentos en todo el mundo, reducir la huella ecológica y racionalizar los procesos de producción.