En un reciente webinar organizado por la Fundación MAPFRE se analizó el futuro de la conducción autónoma desde el punto de vista del seguro, poniendo de relieve el hecho de que la siniestralidad bajará en gran medida al eliminar el factor humano de la ecuación, y resaltando la necesidad de que el propio seguro evolucione para cubrir otros escenarios de riesgo.
Seguramente uno de los escenarios más novedosos, y en parte más desconocidos, sea el de la ciberseguridad. Los coches autónomos son vehículos dotados con una gran cantidad de sistemas electrónicos, y con mucho software de gestión, control y operación. Por tanto, este software es un claro objetivo para personas maliciosas, y ese es el motivo por el que en el futuro los seguros tendrán que asumir esa posibilidad como uno de los riesgos a cubrir en sus pólizas.
Ciberseguridad y asistencia temprana
El coche autónomo va a plantear necesidades diferentes al vehículo tradicional. El tema de la seguridad informática a bordo es crucial, y es lógico que existe un esfuerzo importante dedicado a mejorar la seguridad en ese sentido, y por parte de las aseguradores se plantea el reto de definir dicho riesgo, y formular las coberturas apropiadas.
Además, los coches inteligentes abren la puerta a la introducción de nuevos servicios con un gran valor añadido para el usuario. Gracias a la información que manejan estos coches en tiempo real, y a la capacidad de conectarse a las redes de datos para múltiples funciones, es posible ofrecer servicios de asistencia temprana ante una dificultad, así como de localización en caso de robo, por poner dos ejemplos.
Sergio Gómez Recio, Adjunto a la Dirección de Innovación Corporativa de MAPFRE, se ha referido a la «democratización de la tecnología» que supone la llegada de los coches autónomos, y que será clave para la reducción de la siniestralidad hasta cotas cercanas al «cero», algo que en el caso de los coches tradicionales, con el factor humano de por medio, es prácticamente una utopía:
[…] los sistemas de ayuda a la conducción, como el control de velocidad y el sistema de ayuda a la frenada y mantenimiento de carril, basados en sensores de entorno, como radares, vídeo o ultrasonidos, y que según algunos estudios supondrá una reducción significativa de la siniestralidad a medida que vaya aumentando su implantación en el parque móvil.
No se ha dejado de lado la cuestión desde el punto de vista de Tráfico, de la DGT, de lo que puede suponer la llegada del coche autónomo. Como ya repasamos hace poco tiempo, los coches autónomos han de tener reglas de circulación, y eso ha de ser en todo el mundo. En España ya existen normas para las pruebas de coches autónomos, pero son normas en las que se especifica la convivencia entre los autónomos en pruebas y el resto del tráfico.
El reto en el sentido de las leyes de Tráfico futuras vendrá cuando todos, o gran parte de los coches, sean autónomos. Por ejemplo, ¿cómo será el permiso de conducción en ese momento?
Foto | Steve Jurvetson