Cada año que pasa, más generalizados están los dispositivos wearables entre la sociedad: los pulsómetros y los smartwatch entre otros son las estrellas, y estas fiestas navideñas recién pasadas han supuesto miles de regalos en forma de wearable. Podríamos decir que la moda se ha instalado, pero lo cierto es que a esta industria y sus posibilidades les queda camino por delante. Falta que este año 2016 se convierta en el verdadero despegue de este tipo de dispositivo.
Para hacernos una idea, en 2014 y en los EE.UU., solo uno de cada diez adultos manifestaba poseer un wearable; en 2015 ese número se duplicó y se convirtió en el 20%. Hace un año, los analistas aventuraban que durante 2015, los wearables se expandirían más allá del “típico” smartwatch, y acertaron. ¿Qué viene, o parece venir, ahora?
Predecir qué viene ahora es difícil, muy difícil. Hay que conocer las posibilidades técnicas, aunque sobre eso no ponemos dudas ya que la tecnología moderna hace posible lo impensable; también hemos de conocer el interés de las personas por posibles dispositivos, y ya vimos en otro artículo cómo el Internet de las Cosas nos puede deparar objetos absurdos desde el punto de vista práctico.
En esta infografía podemos observar cómo, en el sentido de las agujas del reloj, se muestra el interés decreciente por dispositivos wearables insertos en diferentes objetos de uso común, como las gafas, la ropa, en los auriculares, y mucho más. Destacamos el dispositivo tatuado, que tiene poco interés ahora mismo, pero que no parece tan descabellado (pincha en la infografía para verla más grande).
Los intereses de las personas no se limitan a “dónde se instala el wearable”, sino sobre todo “qué puedo hacer con él”. Las demandas son muy imaginativas, y para ello tenemos otro gráfico que tomamos de la misma fuente, en el que veremos que las utilidades más interesantes para el público de EE.UU. van desde la consulta de mapas y posición; hacer fotos o vídeo; información sobre los lugares por los que transitamos o que visitamos; información sobre los productos que compramos o realizar consultas online:
En estos estudios y análisis falta poner perspectiva, dado que ni el público español es parecido al estadounidense, ni tienen las mismas inquietudes o necesidades. Podemos pensar que sí as tenemos, pero no es del todo cierto. Como ‘termómetro’ está bien, es algo que nos sugiere por dónde puede tirar, potencialmente, el mercado de los wearables. Este mercado crecerá sin duda en 2016, siempre y cuando se cumpla la tercera condición imprescindible para ese crecimiento: que el gran público conozca realmente los wearables y les vea utilidad hasta el punto de querer adquirir uno.
Si no, ¿cómo se explica que casi todo el mundo conozca algún dispositivo de estos, pero en los EE.UU. solo lo posea un 20% de los adultos?
Fuente | arc