Una de las grandes preocupaciones actuales es la de cómo alimentar a todo el mundo a medida que la población crece sin freno. Aunque las cifras varían y este crecimiento no es completamente predecible, las estimaciones rondan los casi 10.000 millones de personas en el mundo para 2050, según la ONU.
Existen tres estrategias viables que , si se aplican de manera global y conjunta, podrían proporcionar alimento a la población, garantizando que no dañaremos más el planeta. Estas estrategias son: aumentar la ingesta de vegetales en nuestra dieta, promover la agricultura sostenible y minimizar el desperdicio de alimentos.
Para conseguir los suficientes alimentos de origen vegetal que nos permitan cambiar nuestra dieta y acercarla algo más al vegetarianismo, investigadores de todo el mundo trabajan en diferentes proyectos. Uno de estos grupos de científicos ha conseguido «hackear» la fotosíntesis para conseguir cultivos mucho más eficientes, que produzcan más hojas y, potencialmente, más alimento.
En el proceso de fotosíntesis, la materia inorgánica se transforma en materia orgánica en las hojas de las plantas a partir de la energía que estas reciben de la luz solar. Una de las proteínas clave en la fotosíntesis es conocida con el nombre abreviado de Rubisco. Su misión, en pocas palabras, es la de fijar moléculas de dióxido de carbono captadas de la atmósfera y utilizar el carbono para sintetizar azúcares.
El problema de esta molécula es que también se puede asociar con el oxígeno, dando lugar a un componente tóxico que las plantas deben eliminar. Este proceso de eliminación es complicado y muy costoso en términos de energía consumida, una energía que podría emplearse en el crecimiento de las propias plantas. Por así decirlo, este defecto implica que la fotosíntesis no sea todo lo eficiente que podría llegar a ser. Los científicos llevan años tratando de modificar genéticamente esta proteína para que deje de reaccionar con el oxígeno.
El resultado de la investigación dirigida por Amanda Cavanagh, de la Universidad de Illinois, y su equipo es que han conseguido eliminar el proceso natural de desintoxicación e introducir uno nuevo, mucho más eficiente. De esta manera han conseguido crear plantas superproductivas. La investigación se realizó con plantas de tabaco —por la sencilla razón de que es fácil trabajar con ellas— y se obtuvo un crecimiento más rápido y un 40% más de tamaño que las plantas normales en condiciones análogas.
Sin embargo, no va a ser algo de aplicación inmediata. El siguiente paso consiste en emplear estas soluciones en plantas que generan alimentos, como tomates o soja, y verificar que, efectivamente, se produce más alimento y no solo más hojas. Tras este punto queda otro no menos importante: convencer a las autoridades y a la población de que estas nuevas cosechas son seguras desde el punto de vista alimentario.