Un racionalizador de potencia es un dispositivo que gestiona de manera automática los aparatos eléctricos del hogar. De este modo, desconecta cualquier electrodoméstico no prioritario en el caso de que, al tener varios en funcionamiento, puedas superar la potencia eléctrica máxima contratada, evitando así que salten «los plomos».
Esto tiene múltiples ventajas porque, por un lado, estaremos utilizando la energía de manera más eficiente y, por otro, no necesitaremos pasarnos a un grupo de potencia superior, con el coste extra que ello implica mes a mes en la factura.
Por la parte del ahorro de energía en el hogar, como un racionalizador de potencia desconecta esos electrodomésticos para evitar que salte el limitador, no podríamos hablar de ahorro de energía como tal porque, a la postre, estamos dejando de utilizar un aparato que necesitamos. Por ejemplo, si conectamos los radiadores eléctricos (o el aire acondicionado), poner una lavadora y cocinar, lo más probable es que superemos el máximo de potencia contratada y salte el limitador.
El racionalizador elegirá el electrodoméstico menos prioritario y lo desconectará. En este ejemplo, el menos prioritario sería el calefactor (porque no va a dejar de emitir calor de manera instantánea). Cuando terminamos de cocinar y no estemos usando ya la placa, la suma de potencias en uso bajará del máximo contratado y el radiador podrá volver a funcionar.
El ahorro económico gracias al racionalizador de potencia
Cambiar la potencia eléctrica contratada en el hogar siempre tiene un coste determinado que se verá reflejado en la factura. Esto es independiente de si bajamos o subimos la potencia contratada. Según la web de Endesa, bajar la potencia tendrá un coste de aproximadamente 11 euros (independientemente de los tramos que bajemos), mientras que subirla tiene un coste de «unos 45 euros por cada kW […] Te llegará en la factura posterior al cambio bajo el concepto ‘derechos de extensión y de acceso’«.
Por tanto, la decisión de cambiar la potencia contratada debe estar muy meditada, ya que, dependiendo de la distribuidora de energía que tengas, podrías asumir notables gastos adicionales. Además, en la mayoría de las distribuidoras tan solo se puede realizar un cambio en la potencia contratada al año.
Un racionalizador de potencia es una buena idea porque nos permite ajustar la potencia contratada en casa, de manera que, para la mayoría de las situaciones, siempre estemos por debajo del máximo y no sea necesario contratar más. Pero. sin embargo, si conectamos electrodomésticos en exceso, el racionalizador desconectará los que hayamos estipulado como no prioritarios en su configuración, por lo que tendremos que ir escogiendo qué utilizar.
Con todo, adquirir un racionalizador de potencia y su instalación tienen un coste, por lo que cada usuario debe estudiar muy bien la rentabilidad final que tendrá.