En la mayor parte de los casos en los que se habla del futuro de las ciudades, los argumentos se centran en las grandes urbes, las enormes extensiones urbanas que albergan decenas de millones de habitantes (ya sea hoy o en un futuro cercano), y dejamos de lado las ciudades más pequeñas. Esas ciudades de pequeño o mediano tamaño aglutinan una gran parte de la población, y a su vez siguen creciendo a su ritmo.
Frente a la prioridad en cuestión de desarrollo sostenible y gestión de residuos que suponen las megalópolis, las ciudades pequeñas tienen ante sí retos enormes para su futuro a medio plazo.
Si hablamos de futuro inmediato (o mejor dicho, a medio plazo, entre 10 y 25 años), y mencionamos el desarrollo sostenible y el futuro de las ciudades seguro que pensamos en coches autónomos, edificios inteligentes, protección medioambiental y otros conceptos asociados a la sostenibilidad y la movilidad.
En efecto, esas preocupaciones son básicas para este futuro que cada día está más cerca, pero no nos hemos de olvidar de que, cuantas más grandes ciudades existan, más desprotegidas pueden estar las medianas y pequeñas debido a las altas exigencias de las primeras.
Los retos para las pequeñas ciudades son los mismos que los de las grandes ciudades, pero a una menor escala. Y precisamente ese es el peligro para ellas, ya que esa menor escala también lo es en cuanto a recursos humanos: tienen menos habitantes, y por tanto menos medios técnicos y financieros a su disposición.
Uno de los principales problemas de estas pequeñas ciudades es que las necesidades de sus habitantes y de los negocios que alberga son necesidades globales, y en ciertos casos no pueden compartir a ese nivel global con otras ciudades más grandes. Uno de los retos capitales para ellas está en fortalecer sus economías, y a la vez establecer lazos económicos con grandes centros urbanos, dotados de mayores facilidades para el desarrollo de negocio.
Otro reto muy crítico para las ciudades pequeñas lo afrontan aquéllas poblaciones que dependieron, típicamente, de un solo sector económico, y en especial de la manufactura o de la obtención de materias primas. Estas ciudades deben reestructurar sus economías y adaptarse a un presente en el que esas actividades que tantas alegrías les dieron en su momento, ya no tienen la fuerza suficiente para mantener las ciudades competitivas.
Por último hemos de enlazar con la componente medioambiental y de sostenibilidad, porque las ciudades pequeñas disponen de infraestructuras que no están preparadas para crecer sin afrontar grandes cambios. Es decir, mientras que en el presente pueden cubrir las necesidades básicas de transporte, canalización y servicio de aguas, recogida y procesado de desperdicios y muchos otros frentes, a medida que crezca su población no serán capaces de adaptarse correctamente, y dichos servicios serán cada vez peores.
Vía | JLL
Una respuesta a El futuro de las pequeñas ciudades y sus grandes retos