Cada mes de enero, una vez pasadas las fiestas navideñas, nos encontramos ante el mismo obstáculo: la cuesta de enero. Esta época tan familiar y llena de gastos convierte el primer mes del año en un tormento para muchas economías domésticas, y hay poco que podamos hacer para mitigar sus efectos, salvo que hayamos sido muy previsores en el gasto del mes anterior. Enero es el momento en que muchas personas se echan las manos a la cabeza, y también el momento del año en el que nos prometemos que no volverá a ocurrir.
Si no hemos sido previsores, hay poco que podamos hacer, aunque no hay por qué ponerse alarmistas: bastará con reducir los gastos a los mínimos imprescindibles, pasar el mes como lo hemos pasado anteriormente, y comenzar poco a poco. Eso sí, conviene hacerse el firme propósito de que, las próximas navidades, esto no volverá a suceder, por ejemplo diseñando un presupuesto que cumplamos a rajatabla.
La cuesta de enero marca el año económico doméstico
Empezar el año con inercia en cuanto al gasto de diciembre, queramos o no, marca el resto del año en cuanto a economía doméstica. Empezamos pagando los excesos del mes anterior, y aunque podamos recuperarnos en febrero, en ocasiones arrastramos pagos, o plazos, hasta algunos meses más allá. Luego llegan las vacaciones, u otros gastos «inevitables» y continuamos con la dinámica del plazo, para entrar en un círculo vicioso del que es difícil salir.
Es importante tener eso en cuenta y plantearse una solución drástica, pero efectiva: deberíamos tratar de eliminar completamente las deudas y los pagos aplazados (posiblemente renunciando a algunos gastos) para que, llegada la próxima «cuesta de enero», estar en mejor situación para hacerle frente. Una forma de hacer esto es vivir una temporada muy frugal, para después poder retomar gastos con la economía más saneada. El primer paso es eliminar todas las deudas y plazos, antes de contraer nuevas:
- Comenzaremos enfocados en eliminar una deuda, la más importante en el mes a mes. Esta deuda suele ser el importe dispuesto en las tarjetas de crédito.
- Una vez eliminada, dedicaremos la mensualidad que ya no debemos pagar a incrementar la amortización de la siguiente deuda en importancia.
- Repetiremos el proceso hasta liberarnos de todas las deudas.
¿Cuánto puede llevar esto? Dependerá del nivel de endeudamiento, como es lógico. Pensemos que cada deuda eliminada incrementa nuestros «beneficios» en la cantidad que pagábamos cada mes, y por tanto podemos disponer de más dinero para el mes a mes. Parte de ese dinero, cuando ya no tengamos deudas pendientes, lo podemos (y deberíamos hacerlo) reservar para las próximas navidades, además de para esas vacaciones que tanto disfrutamos. Todo dependerá de nuestro orden de prioridades.
Por tanto, si este año nos hemos visto en esa incómoda situación de afrontar enero con lo justo, o menos, pensemos que vale la pena plantearse el año de forma que lleguemos lo más libres de cargas a la época final del mismo. ¿Que hay que renunciar a algo durante el año? Puede que solo debamos hacerlo este 2015, porque luego tendremos la economía familiar saneada de manera que no tengamos que volver a pasar por lo mismo.
Foto | Hans Brinker