Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la primera causa de muerte en todo el mundo. En Europa cada año mueren 4 millones de personas por ellas. Con el consiguiente coste, que casi roza los 200.000 millones de euros. De estos, la mitad se emplea en gastos sanitarios, el 24 % deriva de la pérdida de actividad y un 22 % se dedica a cuidados informales, según el mapa de las ECV de la «Guía práctica para la salud cardiovascular de la mujer», elaborada por la FUNDACIÓN MAPFRE en colaboración con la Fundación ProCNIC y la Comunidad de Madrid, dentro de la campaña «Mujeres por el Corazón».
Y las mujeres son precisamente las más afectadas por las ECV: la mortalidad afecta al 52 % de las europeas frente al 42 % de los europeos. Mientras que la mortalidad en ellas es sobre todo provocada por enfermedades cerebrovasculares (las que producen falta de sangre en el cerebro), en ellos se debe a enfermedades isquémicas (las que disminuyen el flujo sanguíneo hacia el músculo cardiaco o miocardio). Ellas fallecen más porque acuden menos a la consulta del cardiólogo. Están mucho menos concienciadas de la importancia de consultar con el experto ante cualquier síntoma. Porque se priorizan menos que los hombres.
La buena noticias es que, con hábitos de vida saludables, se reduce considerablemente la probabilidad de padecer enfermedades del corazón. Empieza por conocer cuál tu riesgo cardiovascular. El ejercicio físico de forma regular ayuda a oxigenar el cerebro y tener un corazón sano. La dieta mediterránea favorece la salud cardiaca de forma directa en el órgano e indirecta evitando la diabetes y hipertensión arterial. Obligatorio: abandonar el tabaco o al menos disminuir al mínimo su consumo, algo beneficioso también para los pulmones (y el bolsillo). Descansa lo suficiente y evita beber alcohol todo lo que puedas.
Todo estas pautas para prevenir las ECV están en tu mano. Con la genética no puedes elegir. Los cambios en tu vida dependen de ti.