Cada vez que te conectas a una red wifi pública gratuita, por ejemplo, en un centro comercial o una cafetería, te expones al riesgo de que alguien que también esté conectado a ella te robe información o las contraseñas de tu banco, si realizas alguna transacción.
En tu hogar no compartes la conexión con nadie porque tienes tu propia contraseña, pero tampoco estás al 100% seguro, especialmente si tienes conectados a la red dispositivos como videoconsolas, teles inteligentes, cámaras de seguridad o un aspirador autónomo, entre otros. Un hacker podría conectarse para sustraer datos o cometer delitos, y un vecino para robar ancho de banda.
Entre esos aparatitos conectados a la red también se encuentra el router, que los ciberdelincuentes infectan con malware no solo para el robo de datos personales y contraseñas, sino también para el control remoto del dispositivo y para utilizarlo como un nodo (un punto de conexión o unión) con el que realizan ataques masivos.
Evita esta intromisión protégiéndolo con una contraseña robusta (con números, letras, algunas de ellas mayúsculas, y signos) ideada por ti. Igualmente, cambia la clave de administrador. Y usa un cifrado seguro en la red wifi como WPA2 (con WEP o WPA, la protección es insuficiente). Configúralo para que en el nombre de la red —que viene por defecto— no aparezca el operador (SSID). Algo básico también: actualiza su sistema operativo (firmware).
“Si no vamos a estar en casa y no necesitamos la conexión wifi, lo mejor es apagar el router. Además del pequeño ahorro energético que supone, evitaremos que se intenten aprovechar de nuestra conexión”, aconseja la Oficina de Seguridad del Internauta. Otra medida muy eficaz para evitar hackeos consiste simplemente en tapar la webcam con una pegatina.
¿Algunas señales de que han penetrado en tu conexión? Si notas que va más lenta de lo habitual sin motivo o incluso se corta y la pierdes y si te llegan mensajes de correo electrónico extraños.
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